Ricardo Veiga Soto era tripulante del buque Almirante Antequera, uno de los destructores destinados en la Escuela Naval Militar de Marín en los años 1964-65.Marinero de reemplazo, recuerda con detalle un incidente ocurrido a bordo que también podría explicar el origen del torpedo localizado en aguas de Bueu,de características idénticas a los que utilizaba el destructor deVeiga para realizar maniobras de adiestramiento."Algo falló en el aparato,que no obedeció las órdenes que llevaba en aquel momento",rememora el marinense. En primavera de 1965, el Almirante Antequera navegaba por la Ría de Pontevedra a la altura de Cabo Udra y con la popa orientada hacia el Oeste:"Al lanzar el proyectil observamos que hizo un giro raro y acabamos sin saber qué dirección tomó.El comandante del barco,Capitán de Fragata Rafael de la Peña,estuvo muy atento a la maniobra porque incluso podría venir de vuelta contra nosotros y hacer daño al barco que estaba ya en las últimas de su vida activa [a finales de ese mismo año sería trasladado a Ferrol para su desguace] porque,aunque no llevaba carga explosiva,el peligro era muy grande si nos alcanzaba en su trayectoria". La tripulación del Antequera se centró durante tres días en la búsqueda del proyectil submarino,pero pese a todos los esfuerzos invertidos, no encontraron ni rastro y dieron por concluido el rastreo. "¡Lo que hay que ver! Tanto tiempo buscándolo y después de casi cincuenta años aparece por casualidad", afirma convencido de que el artefacto hallado por buceadores deportivos en Bueu es el mismo que el que perdió el buque donde hizo la mili. El silencio que decretó la Armada en torno al incidente del proyectil perdido por el Antequera puede ser revelador."Fue secreto total.Tampoco es que se pudiera hablarmucho en aquellos tiempos pero la orden fue clara: que nadie dijera nada para no alarmar a la gente", añade Veiga. Y como él también deberían recordarlo sus ex compañeros en el destructor: "No somos tan viejos".