En un comunicado recibido hoy, la casa de subastas Sotheby's que se encargó de la venta ayer en París señaló que encontraron clientes 192 lotes de imágenes, lo que representaba un 72,4 por ciento del total en número y un 79,6 por ciento en valor.

La experta en fotografía de Sotheby's Simone Klein se mostró satisfecha de los "muy buenos resultados" de la subasta que "son el signo de un mercado fuerte y estable de la fotografía antigua" alentado por "coleccionistas europeos y estadounidenses, particulares y marchantes pero también museos internacionales ávidos de piezas excepcionales".

La pieza por la que más se pagó, 216.750 euros, fue un daguerrotipo del barón Jean-Baptiste Louis Gros de los años 1850-57 que partía con una estimación inicial de entre 150.000 y 200.000 euros.

La colección de los esposos Marie-Thérèse y André Jammes, que comenzó a fraguarse en 1955, era bien conocida por los especialistas por haber sido una de las más nutridas en caliotipos y daguerrotipos de los primeros tiempos de la fotografía, algunos de ellas de mediados del siglo XIX.

Su dispersión se inició en octubre de 1999 con una subasta en Londres que marcó el mercado de la fotografía por las 507.500 libras (791.000 euros) que se pagaron por una imagen de una gran ola en Sète de Gustave Le Gray, y por los 7.430.693 de libras (11,6 millones de euros) que totalizaron la venta.

Luego hubo dos capítulos más de otras tantas ventas en marzo de 2002 en París, con operaciones que permitieron recaudar 11,8 millones de euros

Las fotos, que antes de ser presentadas en París para su subasta se exhibieron en Nueva York y Londres, representan un legado de la historia de la fotografía francesa desde los primeros procedimientos de reproducción de imágenes hasta los grandes maestros del siglo XIX: Edouard Baldus, los hermanos Bisson, Joseph-Philibert Girault, Prangey, Henri Le Secq, Gustave Le Gray o Charles Nègre.

André Jammes, librero de viejo que tiene ahora 81 años, había asegurado que se desprendía de estos lotes "sin nostalgia", aunque había pensado conservar estas últimas obras hasta su muerte.

Junto a su mujer Marie-Thérèse, fue uno de los primeros coleccionistas que dio a su pasión una forma "científica" a mediados del siglo XX.