Pocas veces escucha uno hablar a alguien con tanta pasión y con palabras tan bellas sobre el vino. Y es que Miguel Ángel de Gregorio casi ha saboreado los caldos desde el biberón, animado por su abuelo y su padre, ilustre en la firma Marqués de Murrieta. Tras hacerse cargo con sólo 25 años de una bodega en Logroño, donde consiguió llamar la atención con unos vinos de marcada personalidad, decidió en 1995 establecerse por su cuenta creando Finca Allende, donde elabora el premiado Aurus, el "niño bonito" de su bodega. Aspira a elevar el vino que produce en Briones (La Rioja) a la categoría de arte. Estos días ofrece una serie de catas a hosteleros y empresarios de la provincia de Pontevedra.

-El clima templado de este verano, ¿augura buenos caldos?

-Este año ha sido más frío y lluvioso de lo habitual. Las zonas del sur de España este año pueden conseguir caldos espectaculares. Sin embargo, a las añadas de corte atlántico que se hayan precipitado en la vendimia, les faltará alma. Elegir el momento de la recogida es la decisión más difícil del enólogo.

-¿En qué consiste ser un "diseñador de vinos"?

-Para mí, el viñedo es como una partitura musical. El enólogo es el director de la orquesta, que cada año tiene instrumentos diferentes (el viento, el granizo, la lluvia). El hacedor de vinos debe entender bien esa partitura que es el viñedo; observar, escuchar, pasear la viña. No hay que imponerse a la vid, sino respetar por dónde quiere ir.

-Así planteado, parece un arte en toda regla.

-La misión del vino es halagar a los sentidos. El vino como alimento es pobre: tiene cierto poder energético, sales minerales, propiedades antioxidantes. Su función principal es causar placer. También está el vino de consumo diario, que busca refrescarnos. La diferencia es como un Picasso y una pintura de brocha gorda.

-Y los caldos gallegos, ¿tienen arte?

-Empieza a haber vinos interesantes y poco a poco se van abriendo al mundo. Me atrevo a decir que en los próximos cinco años la variedad estrella en el panorama mundial será el albariño.

-Si en los vinos también hay modas, ¿qué características busca el consumidor actual?

-Pues, en blancos, quiere cada vez variedades más frescas con la acidez controlada y aromas más florales que frutales; ligeros en el paso de boca, pero a la vez con peso. La gente busca vinos que le diviertan, evidentes.

-No cree en la categorización de los vinos en crianza, reserva y gran reserva. ¡Con lo sencillo que resulta para los poco entendidos contar con esta etiqueta!

-¿Sencillo? ¿Por qué?

-Porque nos da a entender que un vino es bueno, mejor o maravilloso.

-¡Ahí está el error! Esta categorización simplemente nos informa del tiempo que ese vino ha estado en la barrica, pero en ningún momento se habla de la calidad. Es un engaño. Al renunciar hace 20 años a ese sistema se me criticó mucho, pero yo decidí que lo importante era que el consumidor supiera que tomaba vino en estado puro. Además, esta categorización que muchos creen que es el tradicional, ¡realmente se institucionalizó en 1978! así que no es tan antigua.

-En su Finca Allende tiene una forma compleja de cultivar, donde cada parcela tiene un cuidado individual.

-Las 56 ha. de viñedo antiguo que cultivamos, se distribuyen en 92 pequeñas parcelas, en las cuales se pueden distinguir hasta 14 terruños diferentes entre sí. Cada parcela se cultiva de forma indivisualizada y se vendimian por separado, cuando llega el momento óptimo. A este encanto de la esencia, de lo pequeño, se le llama "vinos de pago". Siempre busco el vino definitivo, pero el proceso es de continuo aprendizaje Cada año es un nuevo concierto sin ensayo previo.