Hay una frase que me dijo el pianista Joaquín Achúcarro que me parece muy significativa y es que el éxito sólo te envilece si eres un imbécil previamente. O sea que no debiera cambiar a la persona. ¿Reside su secreto en no ambicionarlo? Quizás pero para mí el triunfo personal, que no siempre es el social, depende mucho de saber torear lo que te venga y en no dejarse vencer por la adversidad"..

Eso decía ayer en el Club FARO hablando de los personajes de su libro, "Lo que la vida nos enseña" (La esfera de los libros), la periodista Pepa Fernández, directora del programa "No es un día cualquiera" de RNE. Presentada por Ana Rodríguez, periodista de esta casa, la conocida radiofónica dijo que los entrevistados que forman parte de su trabajo editorial son personajes importantes que han vivido mucho y han llegado a la vejez tras no pocas vicisitudes, entre ellas la experiencia de guerra y posguerra.

"Hoy todos estos personajes que están en el libro -dijo- pueden mirar hacia atrás y encontrarse un camino muy largo pero también muy ancho, una vida fructífera y exitosa pero en la que han tenido que superar circunstancias adversas, sobreponerse a dolorosas pérdidas o enfrentarse a alguna grave enfermedad".

Nombres como el periodista Manu Leguineche, escritores como Delibes, Ledesma, Josefina Aldecoa o Saramago, artistas como Achúcarro o Mary Carmen Goñi (la "Valentina" de los televisivos Chiripitifláuticos), médicos como Barraquer, filósofos como Lledó, biólogas como Josefina Castellví...fueron desfilando entre sus palabras, al calor de las entrevistas realizadas con ellos para escribir el libro.

Contó Pepa Fernández que, a la hora de hablar de sus recuerdos no olvida experiencias como la de el ex presidente de la CEOE, José Antonio Segurado, y con qué "entereza estremecedora" habló de la muerte de dos hijos suyos con sida. Pero no más que el novelista Francisco González Ledesma cuando contó el entierro de su único nieto y cómo no pudo contener sus lágrimas desatadas. "Derrocha este hombre humanidad, es tan grande que consigue que no te sientas pequeño a su lado", dijo. Otro abuelo, Saramago, afirmó que él lo era pero que no se sentía ni ejercía como tal. "Ser abuelo en un pueblo es totalmente diferente a serlo hoy en la ciudad", me dijo.

En el coloquio le preguntaron sobre la experiencia de la felicidad en sus entrevistados. "Coincidían -comentó- más o menos con lo que Josefina Castellví llamaba `chispas´ o lo que el pianista Achúcarro llama jocosamente `dinga- dunga´, el equivalente a esos momentos de la infancia en que de niños saltamos sobre la cama de nuestros padres dándonos almohadazos. Para Saramago es una cosa muy seria, para Aldecoa consistía en estar de acuerdo con uno mismo y una definición que me encantó fue la de quien afirmó que, para ser feliz, hay que querer lo que se tiene; o sea que si no tienes lo que quieres, ama lo que tienes".

¿El matrimonio? Coincidían los entrevistados por la periodista en que para que fueran longevos había que ceder mucho. "Esto es algo que ahora admitimos menos -explicó Pepa Fernández- porque creemos que tenemos más derecho a ser felices de inmediato. Claro que Saramago, en una de sus luminosas frases, me dijo que ni los amores eternos duran para siempre".

La muerte, otro de los temas tratados con estos personajes, en edad más cercana a ella. "Saramago me decía que ahora no le tiene miedo, simplemente le cabrea pero hubo algún año de su juventud que le producía pánico. En general no observé miedo sino a morirse mal. Achúcarro me decía que de jóvenes la vemos tan lejos que incluso bravuconeamos con ella; después la respetamos, más tarde la aceptamos y, al final, muchos incluso podemos desearla siempre que sea digna".