Menos, distanciados y con mascarilla, pero con el mismo entusiasmo por aprender y reencontrarse con los compañeros. Los usuarios del Espazo +60 volvieron ayer a las aulas con las pilas totalmente cargadas tras meses de parón, ya que todos los programas formativos, deportivos y de ocio se paralizaron el pasado marzo.
Las nuevas medidas de seguridad ligadas a la pandemia no supusieron una molestia para la mayoría, que vivió con ilusión la vuelta a las clases. Es el caso de Carmela Pazo, que explica que "creo que todas las clases y todas las actividades deberían empezar para que la gente se dedique nada más a ir a los sitios a donde debería de ir y no pasear por ahí porque sobra el tiempo".
Sus compañeras del curso de inglés y también los responsables del Café Moderno inciden en que, especialmente, en estos programas los alumnos valoran "las relaciones sociales, el mantener un horario de actividades culturales y deportivas pero, de modo singular, el encuentro con los otros".
Es también una gran motivación para los profesores, como María del Carmen González, voluntaria que imparte uno de los programas formativos y que señala que "hay gente aprensiva que no viene, pero yo prefiero las clases con distancias que no hacer nada".
Sus alumnas van más allá y se preguntan, tras meses de parón, por qué continúan cerradas al público las instalaciones deportivas y en general las actividades de clubes y asociaciones. "¿No pueden reabrir?", inquiere al inicio de la primera clase una de las usuarias, "pues que lo hagan como aquí, con menos gente y más horas de clase, pero es que los sitios a donde la gente iba a hacer actividades ahora están cerrados y esas personas se quedan en casa. Las señoras, sobre todo, se van a morir de pena antes que del virus, así que hay que empezar las clases, que nos dejen de una vez ir".
La mayoría de las usuarias del Espazo +60 son mujeres. La responsable de este servicio de Afundación explica que "los hombres representan un tercio del alumnado, ellas son siempre más participativas, con más iniciativas e inquietudes". Tienen más de 55 años, generalmente ya no están activas en el ámbito laboraly se caracterizan por una amplísima variedad de intereses, como prueba que en estos momentos de restricciones están en marcha 35 talleres en el Espazo +60, desde manualidades a distintos idiomas, gimnasia, dibujo, bolillos, aplicaciones informáticas...
Además de mejorar sus competencias y habilidades, mantenerse en forma o ampliar su formación, estos talleres "son espacios de convivencia en el que las actividades que se imparten generan el contexto ideal para que los socios establezcan relaciones sociales, en un ambiente de cordialidad, afecto y amistad", indican desde Afundación.
Ésta insiste en que las personas mayores, un grupo vulnerable por edad a los efectos de la COVID-19, es también vulnerable a las consecuencias negativas de la inactividad, "a la disminución de relaciones y pérdida de roles", de modo que estas clases minimizan "los impactos que el aislamiento provoca en la salud física, psicológica, mental y emocional"
En el arranque del confinamiento cerca de 1.000 personas acudían semanalmente a estas actividades, cifra reducida ayer a 400 "y ya veremos si se mantiene, es casi un tercio de los usuarios que solíamos tener", señala Bernardette Lindin, al frente del Espazo +60.
Con todo, no se produjo ni de lejos un aluvión de demanda, sino que ésta "se mantiene a la par" de las plazas disponibles, indican desde el Café Moderno, en donde se vivió una jornada de ensayo. La reducción del aforo fue una sola de las novedades, a la que se sumaron otras distribuciones por actividad y aula; reorganización de horarios y zonas de entrada y salida; pautas para la ventilación frecuente entre actividades, supresión de ofertas que impliquen compartir materiales, como los juegos de mesa... lo que continúa es compartir bromas, esfuerzos y conversación.
