Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Verano bajo mínimos en los furanchos

El Concello ofrece a los pocos que reanudaron la actividad seguir vendiendo la cosecha en catas comentadas con los clientes

Reunión familiar en el furancho Finca Filgueira, de los pocos que reabrió en junio. // FdV

También en los furanchos "está siendo un año caótico". Lo saben profesionales como Miguel Filgueira, al frente de Finca Filgueira, una de las pocas bodegas tradicionales que ha reabierto estas semanas y comprueba que la desescalada está siendo poca, con apenas una cuarta parte de productores y un bajón en la demanda, es decir una recuperada tranquilidad y en las mesas casi únicamente familias.

El de Filgueira es el furancho más tradicional, con suelo de tierra, sin mostrador y "solo vino y agua; me gusta lo que es el furancho y así debe ser, esto no es un bar, sino una bodega de la casa con tapas de tu cocina de casa", explica el cosechero. ¿El resultado? Ha cerrado en un mes, tras agotar el Caíño (que desapareció en 15 días), el Barrantes, Albariño y País Blanco que produce en los viñedos de su familia en Lérez.

Con todo, le ha dado tiempo a comprobar que la actividad está bajo mínimos. De los 17 furanchos que habían solicitado autorizaciones en Pontevedra este año solo 7 se dirigieron al Concello para que les tramitase los cambios en las fechas de apertura, según los datos de la concellería que encabeza Xaquín Moreda.

En otros municipios de la comarca el panorama no mejora. "En Vilaboa, señala a FARO el presidente de los furancheiros, Antonio Juncal, que al igual que el concejal pontevedrés apunta a una multiplicidad de causas, a la cabeza "la precaución, muchos cosecheros son personas mayores, de riesgo o temían contagiar a sus familias".

"Hay de todo", constata el concejal pontevedrés, "algunos no reabrieron por ese miedo, otros solo pudieron estar abiertos un fin de semana antes de la alarma porque, por ejemplo, habían solicitado solo marzo y mayo para vender, y otros que abrieron in extremis".

La demanda "igual o inferior, no hay muchos cambios, pero sí clientes diferentes, antes eran grupos de 15 o 20 personas, ahora eso no ocurre, son siempre familias, gente que convive o sin son amigos los grupos son más reducidos y con precauciones", indica el presidente de los furancheiros de Vilaboa.

Las trabas legales no han sido en todo caso un impedimento. Según la ordenanza municipal de Pontevedra solo podían abrir hasta el 30 de junio y el Concello solicitó a la Xunta que extendiese la autorización un mes más. A la espera de una respuesta que seguía sin llegar, el departamento que encabeza Xaquín Moreda contactó con los furancheiros y propuso una alternativa que les facilitase continuar con la actividad.

Podrán vender el excedente en catas comentadas "donde explicarán los procesos de producción del vino, tradiciones ligadas a los caldos que se producen en Pontevedra, tipos de uvas y terrenos que necesitan", señala el concejal a propósito de una iniciativa que busca también "visibilizar el potencial vitivinícola del concello".

Pocos han expresado su interés por continuar abiertos este mes y Xaquín Moreda confía en que "finalmente serán unos 4 o 5" los que se sumen a este plan piloto, pongan el mantel de hule y repitan la receta: confianza y hasta que se acabe el vino. Saúde.

Compartir el artículo

stats