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Descenso de vocaciones sacerdotales

La falta de curas en las parroquias suspende oficios y provoca las quejas de los feligreses

Las casi 40 feligresías del arciprestazgo de Lérez están atendidas por una veintena de sacerdotes cuya media de edad está en los 67 años - Algunas parroquias no tienen un calendario habitual de misas por falta de párroco

Una misa en el templo provisional de Salcedo. // Gustavo Santos

La nómina de sacerdotes en la Iglesia católica no deja de descender y cada vez son más las parroquias que deben compartir el clérigo y como consecuencia de ello carecen de un calendario regular de oficios. Los feligreses de muchas de estas parroquias vienen solicitando un sacerdote desde hace meses, o años, viéndose obligados a compartirlo con muchas otras iglesias.

La falta de vocaciones, sumada a los sacerdotes que se jubilan o fallecen, ponen en un apuro la actividad de las parroquias que intentan seguir dando servicios religiosos a los fieles. La proximidad geográfica es la que determina la responsabilidad nueva sobre un cura u otro.

Desde hace aproximadamente un año el Arzobispado de Santiago trabaja en una reestructuración de su organización territorial para dar respuesta a la falta de párrocos que atiendan la gran cantidad de parroquias existentes.

Esta reorganización afecta a la gran mayoría de las parroquias pontevedresas que en la nueva planificación del Arzobispado pasan a depender de cinco centros pastorales: Santa María la Mayor, Lérez, Marín, Vilaboa y Ponte Caldelas. Estas serán las cinco unidades pastorales desde las que se organizará la actividad religiosa de las 33 parroquias que en la actualidad conforman el arciprestazgo de Lérez.

Arciprestazgo de Lérez

Estas parroquias del arciprestazgo de Lérez están atendidas por poco más de una veintena de sacerdotes. El descenso en el número de curas párrocos ha provocado una importante reorganización del tejido religioso en la comarca, de modo que muchos de ellos llegan a atender a una media de cinco parroquias, de sus arciprestazgos y de otros vecinos, una cifra que ya es habitual.

En zonas del interior de Galicia, como localidades de las provincias de Lugo y Ourense, los sacerdotes tienen que afrontar la responsabilidad de una docena de parroquias e incluso los hay que alcanzan la número quince. Es la realidad de la nueva era de la Iglesia Católica, en la que la media de edad de los curas no baja de los 67 años.

En lo que afecta a la reestructuración territorial de la ciudad de Pontevedra, Santa María la Mayor sería lideraría una unidad pastoral de la que dependerían las parroquias de San Bartolomé, Virgen del Camino, San José, Monte Porreiro, Salcedo, O Burgo, Marcón, Mourente y Bora.

Lérez encabeza la segunda unidad pastoral que afecta al término municipal de Pontevedra y de ella tendrán que acudir los vecinos de Alba, Cerponzóns, Verducido, Santa María y San Andrés de Xeve

El tercer centro pastoral previsto por el Arzobispado organizaría en Ponte Caldelas las parroquias de Caritel, Tourón, Xustáns y Taboadelo. Las zonas del interior de la comarca son las más afectadas, al igual que en el resto de Galicia, por la falta de vocación y escasez de párrocos.

A Vilaboa deberán acudir los fieles de Tomeza, Bértola, Figueirido, Pontesampaio, Canicouva, San Adrián y Santa Cristina de Cobres. Mientras que Marín centralizaría la actividad religiosa de Cantodarea, Lourizán, San Xulián, Seixo, Mogor, Piñeiro y O Campo.

La falta de párrocos es un problema que la Iglesia católica sufre desde muchos hace años y que impide que los que están en activo pueda atender en condiciones y oficiar misa en todas las parroquias.

Conscientes de esta realidad el Sínodo Diocesano decidió crear grupos de feligresías más o menos próximas, las unidades pastorales, de modo que las misas de domingo, la catequesis y las primeras comuniones se pasarían a hacer en un solo centro. Los demás templos tendrían culto para las fiestas patronales y los funerales.

Y en ese futuro incierto de las parroquias, en el horizonte que marque la jubilación de los curas que están al frente de las parroquias actuales, se sitúa el Arzobispado que, adelantándose a un problema quiere planificar una reestructuración cuya aplicación dejará en el aire y condicionará a la existencia de sacerdotes y a su capacidad de absorber territorio.

Algunas parroquias pontevedresas sufren de forma severa las consecuencias de la falta de párrocos. Es el caso de Verducido, Cerponzóns y Santa María de Xeve, que carecen de sacerdote.

Parroquias como Salcedo y Verducido han visto reducidas de forma drásticas sus celebraciones eucarísticas y actividades religiosas, si bien por razones diferentes. En Salcedo la iglesia parroquial permanece precintada desde hace meses a la espera de que el Arzobispado concluya el proyecto que permitirá reformar la cubierta, cuyas filtraciones provocaron desprendimientos.

En Verducido el párroco se lesionó y a sus 76 años el Arzobispado decidió el pasado año su traslado a Santiago. Más de treinta años llevaba en esta parroquia su sacerdote, Manuel Míguez. No ha retornado a Verducido, cuyos feligreses tienen que compartir párroco con los templos de Xeve y Cerponzóns.

En Verducido no han podido celebrar con normalidad las pasadas fiestas navideñas, ya que el párroco celebró una única ceremonia que incluía las festividades de Navidad y Reyes y que se ofició en Xeve, adonde pudieron acudir los vecinos de Verducido que lo desearon, según explican desde la asociación de vecinos de esta parroquia. Tampoco pudieron instalar el tradicional belén viviente.

Además, los feligreses se quejan de que no disponen de un horario regular de misas y celebraciones, debido a las múltiples tareas que tiene que atender el sacerdote en distintas parroquias. Verducido tiene que recurrir a la disponibilidad del párroco de San Andrés de Xeve cuando necesita oficiar una misa de importancia, como una boda o un bautizo.

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