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"Un futuro incierto" medido con cuotas de pesca

Pescadores de Combarro se quejan de la situación de la sardina y reclaman soluciones para el sector

Querejeta junto a Amoedo y Eiraballa en el puerto de Combarro. // Gustavo Santos

"El futuro es incierto. En la flota artesanal todo son trabas y no se ve por parte de las administraciones que tengan un trato favorable. No tenemos alternativa laboral y las administraciones nos están abandonando", expresa Raúl Amoedo. Él es un de los pescadores de Combarro que siente que la pesca tradicional es cada vez más compleja.

El principal enemigo en su actividad son las cuotas y se quejan especialmente de la sardina que pescan de xeito. El problema: cuando agotan la cuota sigue habiendo sardinas. Por ello solo algunos pueden permitirse "comprar" a otras embarcaciones que no han completado la suya. "Vemos que aunque cierre la cuota se sigue vendiendo la sardina, pero de otro sitio. Se supone que hay cuota porque el recurso está superexplotado, pero si compras cuota de otro sitio la puedes pescar aquí, eso es una trampa. Si no hay no hay. ¿Ganas dinero pescando para ahorrarlo y poder comprar cuota?", reflexiona Benito Eiraballa, que trabaja en el Elvis exprés.

Cuentan que cuando se cerró la cuota el pasado 12 de agosto, veían que seguía habiendo sardina: "Queríamos comprar porque había peixe y estábamos pescando bien. Un barco nos vendía 20 toneladas y otro siete, pero eso es mucho para nosotros", explica Eiraballa.

Además explican que la cuota no se adapta a la realidad del trabajo: "Sales al mar y no todos los días son iguales, unos días pescas mucho y otros poco, y solo tienes unos kilos concretos por día. Qué me importa que tenga algo más de precio si cuando pesco más no lo puedo llevar a la lonja", opina Eirablla. "Hay que entender que a nuestro aparejo no le puedes decir coge estos kilos, el aparejo pesca o no pesca, a veces mucho y a veces nada", le sigue Isaac Querejeta, otro de los pescadores.

El patrón mayor de la Cofradía de Raxó, Iago Tomé, coincide en este cuestión. "Las cuotas de la sardina me parecen una tomadura de pelo". Además explica que en teoría las cuotas no se compran, sino que se ceden; "la administración sabe de este amaño y es cómplice. Se supone que es una cesión, pero realmente se está comprando porque haces una transferencia de dinero para que se cedan los kilos". "Si no hay sardina, no hay, ni comprando ni sin comprar", resume aceptando que no queda otra que acatar esta imposición. Sin embargo los pescadores están preocupados por cómo transcurra este año y piden la retirada de estas cuotas. Se sienten solos, explican que alzan la voz explicando de lo que sus compañeros tienen miedo de quejarse y creen que el futuro de este trabajo es cada vez más difícil.

Guía de transporte

Otro de los problemas que tienen en el día a día estos marineros es la guía de transporte, por la cual declaran la cantidad de las especies que han pescado. Creen que su funcionamiento es un poco obsoleto y piden poder hacer este procedimiento a través de una aplicación, lo cuál les facilitaría más su trabajo.

"No estamos de acuerdo en lo que nos cobran por la guía, que es el 1.75% del valor máximo de venta en lonja. Ante Hacienda declaro un valor de lo que yo capturé, pero sin embargo para Puertos gané tres veces más", señala el patrón mayor.

Además los pescadores explican que este documento de transporte no sería necesario en el caso de vender en la lonja de Marín. Se acogen al reglamento del régimen comunitario de control para garantizar el cumplimiento de las normas de la política pesquera común, que en su artículo 68 expone que el uso de este documento de transporte está exento de uso si "el producto se transportan una distancia máxima de 20 km del lugar de desembarque". "De esta manera nos obligan a venir aquí, desembarcar las capturas, y entonces estar grabando la captura para sacar el papel que ampare la trazabilidad. A veces no hay papel o no funciona y entonces tienes la obligación de llamar para que te asignen una referencia", se queja Amoedo pidiendo que el proceso se pueda realizar a través de una aplicación.

A esto se le suma que, en muchas ocasiones, este documento no puede ser exacto. Y es que los pescadores explican que no hay un peso común en el puerto y que por ello, quienes no tienen caseta y no disponen de peso tienen que acreditar una estimación que si se comprueba que no corresponde a la realidad conlleva una sanción. Un peso que, según Tomé, llevan más de un año reclamando a las administraciones para solventar este problema.

Una lonja sin pescado

Además los pescadores se quejan de que, como en la lonja de Campelo no se comercializa pescado, tienen que ir a Portonovo, Marín o Vigo, donde tienen que pagar una tasa por no ser de esa lonja. En este sentido Tomé hace un llamamiento para hacer un esfuerzo común y comercializar pescado en Campelo. "Hace un tiempo, cuando comencé en 2015 intentamos a empezar a vender pescado. Pero para poner una lonja en marcha y que arranque tiene que haber cantidad de pescado para que vengan a comprar. Creo que es culpa nuestra eso. Lo llevamos a Vigo porque vale más. Si todos nos quedáramos y probáramos un tiempo, sabiendo que tienes que perder para después ganar, haríamos una lonja donde vinieran compradores".

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