Algunas de las singularidades del barrio de A Moureira, como embarcaderos hoy cegados o enlosados para el trabajo de las redes, no son visibles desde las calles del barrio, así como elementos que distintas viviendas incorporaron y que pertenecían a construcciones preexistentes.
El caso más destacado son los restos medievales en la antigua casa del polígrafo Filgueira Valverde, al final de la calle Arzobispo Malvar. Se trata de "dos arcos de medio punto semienterrados, situados en la planta baja por debajo del nivel del terreno actual, y de una bonita ventana de arcos trilobulados", explica el arquitecto Rafael Fontoira.
Su teoría es que los restos proceden de los antiguos pazos de Paio Gómez Chariño o, en su defecto, de la torre de la muralla más próxima a este punto.
A unos metros, en el Campo do Boi están las únicas casas que siguen en pie del antiguo barrio de prostitución desaparecido a partir de la segunda mitad del siglo XX. "Encabezan los edificios históricos de Pontevedra que más riesgo corren de desaparecer, tanto por la iniciativa privada como por la pública", lamenta el autor de "A Vella Moureira" y "A Moureira dos nosos avós", entre otras obras en las que profundiza en la historia del barrio.
Por lo que respecta a la distribución de las viviendas, señala que en las de Xan Guillerme "en la planta baja se encuentra la sala común con lareira y otras dependencias, como almacenes, bodegas y escalera de madera para subir al primer piso, dedicado a dormitorios".
La estructura era de gruesos muros de carga medianeros, que soportaban el doble armazón horizontal de madera de los techos del bajo y el piso.
Las carpinterías eran de madera y la teja curva, al igual que en las viviendas marineras. Las de la Moureira de Abaixo disponían de semisótano para el saladero, que contaba con un bancal en pendiente, y piso para vivienda.
En la Fonte da Moureira quedan varias casas marineras que rondan los 5 siglos. Es el caso de otra de las inventariadas por Rafael Fontoira, una vivienda en esa misma calle, hacia la que solo tiene la puerta del patín, mientras que las ventanas daban a la huerta de la misma propiedad.
Se trata de la casa con patín más antigua que se ha documentado en Pontevedra, medio milenio de historia a la espera de tiempos más sensibles.
