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El meollo

El geriátrico

El geriátrico

El Meollo de la cuestión está en adivinar de qué va o que es lo que pretende realmente la conselleira de Política Social con su ofrecimiento de construir un geriátrico en Pontevedra, si el Ayuntamiento cede gratuitamente un solar a la Xunta.

El interrogante no tiene nada de retórico, ni resulta baladí. El mosqueo viene dado principalmente por tres motivos que Fabiola García no ignora: el momento electoral en que traslada la proposición al alcalde Lores; su total inconcreción en cuanto los requisitos que demanda el proyecto en cuestión y, sobre todo, el plazo de ejecución "lo antes posible", que no compromete a nada en absoluto y deja el asunto en el aire.

Por si esas objeciones no fueran suficientes para armarse de desconfianza y subir la guardia, resulta que la conselleira juega con una carta marcada: ella ya conocía o suponía de antemano cuál iba a ser la contestación del Ayuntamiento. El propio alcalde Lores había trasladado de palabra al presidente Feijóo los cuatro solares disponibles a tal fin durante la entrevista institucional que mantuvieron hace seis meses en Santiago.

Entonces el asunto se frenó a petición del propio presidente por encontrarse en curso una negociación de la Xunta con las Hermanas de los Ancianos Desamparados para la reapertura del Asilo que no llegó a buen puerto. No estaría de más saber el motivo del desacuerdo para poner en solfa la aparente cerrazón con que de un tiempo a esta parte las monjitas tratan las cosas de los pontevedreses; no solo a cuento del Asilo, sino también por el estado de indefinición que arrastra el convento de Santa Clara.

De modo que Fabiola García no puede hacerse ahora la sorprendida, porque debía estar al cabo de la calle sobre la predisposición del equipo de gobierno del BNG, a poco que exista una mínima y deseable coordinación entre la presidencia de la Xunta y sus consellerías.

Tiempo ha, en cuanto un proyecto se ponía sobre el tapete en Pontevedra, la autoridad gubernativa ya lo daba por ejecutado, cuando su tramitación no estaba ni iniciada. Y a por el siguiente. El caso era generar esperanza cuando solo había resignación. Ahora, cada vez que una oportunidad como esta asoma la cabeza, casi nadie la toma en serio porque el descreimiento ciudadano resulta absoluto. Ahí está El Meollo de la cuestión.

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