Las dos jóvenes agredidas tratan, con dificultad, de que sus vidas vuelvan a la normalidad. Olvidar lo que les ha ocurrido no parece tarea fácil pero están convencidas de que recuperar su rutina habitual les permitirá superar los golpes, que todavía duelen y para los que aún necesitan tratamiento farmacológico, y recuperar su vida.

Lograron mantener sus identidades en el anonimato y eso les permite sentirse seguras frente a su agresor y desconocidas para el resto de la población.

"Es complejo de explicar pero con esto de las denuncias cruzadas, la petición de cautela de la subdelegada y un sinfín de comentarios que vas escuchando por ahí, a veces nos sentimos cuestionadas", explica una de las agredidas. "Tuvimos mucha suerte de poder contar con tantos testigos de lo que ocurrió, y que buena pare de ellos no nos conozcan de nada. No eran personas de esas que miran para otro lado, no, se implicaron en el momento y denunciaron después. No nos cansaremos de darles las gracias", insisten.

"Nos sentimos inseguras, con la autoestima dañada; y lo único que queremos es que esto pase ya", apunta.

Recuerda que quiso contar lo ocurrido para evitar que una persona con una agresividad tan alta como quien les golpeó "pueda seguir haciendo una vida normal y convertir a cualquier persona en víctima de una agresión. No sería justo que esos golpes quedaran sin castigo".