Las tres cofradías de marisqueo de a pie de la ría, San Telmo, Lourizán y Raxó, acumulan en lista de espera por un carné oficial tantas personas como las que ya tienen trabajando sobre el terreno: más de 400. El marisqueo, una de las profesiones más tradicionales, se ha convertido en una vía de escape tanto para salir de la situación de desempleo como para poder permanecer en la comarca trabajando. El actual proceso de selección finalizará en septiembre, momento en el que las listas se cerrarán y se abrirán otras en octubre. En ese momento, los que no lograron entrar y hacerse con un permiso oficial volverán a empezar de cero. Según las cifras que manejan las cofradías, ese número se incrementará en el próximo proceso y superará el medio millar, ya que hay al menos otros 100 aspirantes más que se unirán a los ya existentes. Es lo más parecido al concurso-oposición del sector pesquero.

Cerca de 440 mariscadoras suman las tres cofradías de la ría. La de San Telmo es la que cuenta con mayor número, 238 este año, seguida de la de Lourizán, con 157. La menos numerosa es la de Raxó, en Poio, con 41. El número de trabajadoras del sector, en el que cada vez entran más hombres, especialmente desde que empezó la crisis, en el año 2008, se reparte en función de la superficie de marisqueo.

La de Lourizán ha conseguido 20 nuevos permisos de la Consellería do Mar después de la apertura el año pasado del 40 por ciento del banco de Os Praceres, que recuperó la catalogación de 1998.

La media de edad en cualquiera de ellas es de más de 50 años, tal y como explican sus presidentas, Ángela García, de la de San Telmo; Carmen Vázquez, de la de Lourizán, y Elena Padín, de la de Raxó. Sin embargo, el interés por entrar en el sector ha hecho que cada vez se pueda ver "arando" la arena de la playa a más jóvenes. Ha sido precisamente la cercanía de jubilación de muchas de las mariscadoras lo que ha animado a cientos de personas a anotarse en las listas de espera para conseguir un carné oficial.

"A partir de 2014 se permitió la sustitución de cada mariscadora que se jubilaba con otra, pero era necesario cubrir también las incapacidades y comenzó a hacerse a partir de 2015", explica Carmen Vázquez.

Cada vez que se produce una de estas dos situaciones entra una de las personas de la lista. En ella son colocadas por orden de puntos. "Son 10 puntos como máximos, ya que se conceden cuatro por empadronamiento, tres por paro y otros tres por la realización de cursos especializados", asegura, por su parte, Ángela García.

El paso de los meses desde que se inicia cada proceso permite que sean numerosos interesados los que aguardan con esa puntuación máxima de 10, por lo que llegado el momento, se realiza un sorteo.

La portavoz de las mariscadoras de San Telmo destaca que en su cofradía tienen constancia de que hay al menos otras 100 personas aguardando por unirse a partir de octubre a las más de 200 que tienen actualmente en lista de espera. Las otras dos cofradías acumulan, por el momento más de un centenar cada una.

"No hay puestos de trabajo por ahí y la gente sabe que esto es un puesto para toda la vida en el que te puedes jubilar", considera.

A las mariscadoras este interés por hacerse con un permiso oficial para trabajar en la ría les deja un sabor agridulce. Por un lado valoran positivamente que haya gente que desee dedicarse al sector, de un gran valor tradicional para las que ya lo conocen de toda la vida y a través de varias generaciones de mujeres en la misma familia, pero por otro les preocupa que haya surgido oportunismo y que "el mar" se vaya a quedar en manos de gente "que no tiene ansia ni interés".

"La crisis ha ayudado a que pregunte más gente. El relevo generacional tiene que darse para seguir manteniendo el marisqueo, pero a veces parece que esto es una ONG", se lamenta Carmen Vázquez.

"Para tener las playas como las tenemos, trabajamos mucho", dice, por su parte, Ángela García, que añade que no todo es oro lo que reluce en esta profesión. "Pasamos tiempos malísimos en los que te quedaban limpios a lo mejor solo 200 euros", subraya.

Ahora, ante la falta de oferta laboral, aspiran a formar parte de estas "cuadrillas" del marisqueo desde gente con ciclos superiores hasta universitarios. "Nosotros tenemos esperando abogados, psicólogos, ingenieros de telecomunicaciones..." , informa la presidenta de San Telmo.

Más hombres

Además, el marisqueo se ha vuelto una vía de escape para muchos hombres, aunque tradicionalmente era una profesión de mujeres, de más de 50 años que ya no encuentran trabajo en los sectores de los que vivían, como la construcción, manifiesta Elena Padín.

El problema, tal y como aseguran las mujeres que llevan toda su vida dedicándose a esto, es que mucha de la gente nueva no sabe distinguir el producto del mar y "terminan vendiendo almeja de 20 euros a 7".

La última vez que se amplió el número de carnés de marisqueo fue en el año 2013, cuando se concedieron 25 nuevos a cada una de las cofradías de la ría de Pontevedra. Entre las tres solo puede haber movimiento de mariscadoras si es en la modalidad de trueque, es decir, si por razones personales dos están de acuerdo en cambiar de cofradía.