El estado de abandono del viejo cementerio de San Tomé de Piñeiro preocupa a los vecinos y feligreses de esta parroquia de Marín. El camposanto continúa degradándose año a año, sin que ni la Iglesia ni las administraciones públicas hagan nada para arreglarlo.
Este cementerio entró en desuso una vez que se construyó el nuevo recinto, en una parcela alejada de la vieja necrópolis. Desde entonces muchos de los propietarios de las tumbas y nichos han comenzado a trasladar los restos de sus difuntos al nuevo cementerio, dejando en el abandono los antiguos túmulos.
Esta desatención, unida a la degradación que produce el paso del tiempo, ha deteriorado el recinto hasta el punto que empieza a resultar insalubre, según explican los feligreses que todavía acuden a este cementerio, así como los vecinos de las inmediaciones.
Las tumbas abandonadas -y en muchos casos abiertas- acumulan insectos y roedores a causa de la falta de limpieza, lo que se han convertido en un problema de salud pública en la parroquia. Además, el abandono de las instalaciones provoca que la humedad, las inclemencias del tiempo y el paso del tiempo estén degradando las estructuras de los panteones, con los consiguientes riesgos.
Los denunciantes explican además que hasta hace unos años se encargaba la comunidad de montes de adecentar este solar de la Iglesia, pero que desde que ha dejado de hacerlo la maleza y la basura se acumulan en algunas partes de este camposanto.
Solo algunos propietarios de los túmulos se encargan de adecentarlos y mantenerlos en unas condiciones dignas.
Los feligreses explican que alto coste que supone trasladar los restos de sus difuntos al nuevo camposanto les impide vaciar las viejas tumbas, lo que permitiría clausurar este cementerio y comenzar una renovación integral.
Los vecinos que denuncian esta situación alertan de que se adentra otro invierno sin ningún proyecto de reforma a la vista, lo que contribuirá a que continúe su degradación y la acumulación de residuos, maleza y animales.
