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Javier Puig Lamas y Valle Inclán

El historiador Juan Juega profundiza en la relación de amistad entre el abogado y el literato

Portada y dedicatoria del ejemplar de Femeninas a Javier Puig Lamas. // Museo Valle-Inclán de A Pobra do Caramiñal (*)

La exposición titulada Valle-Inclán e Pontevedra, inaugurada en 2003 en el Pazo de Mugartegui, presentó un extenso resumen biográfico del autor, con especial atención a su estancia en la ciudad del Lérez. La abundante información aportada no contemplaba, sin embargo, cierta documentación custodiada en el Museo Valle-Inclán de A Pobra do Caramiñal, con la cual, a día de hoy, se evitaría la redacción de este artículo, que se suma a otros que ya se han explayado en la defensa del buen nombre de Javier Puig Llamas, como también ayudaría a la corporación municipal a formarse un criterio claro respecto al trato debido a los titulares de su callejero.

La denominación de la calle Javier Puig en el barrio de San Antoniño se corresponde con los años en que Filgueira Valverde fue alcalde, al igual que sucede con otras vías cuyos nombres pertenecen a abogados ilustres de la Restauración, como José Millán. De la actividad judicial de Puig podemos destacar su intervención en la crisis bancaria de la familia Riestra, acontecimiento ligado al crack de 1929. No vamos a insistir en un aspecto ya tratado por Javier Munáiz. Optamos por una vía en cierto modo literaria, en concreto su relación con Valle Inclán.

Entre la documentación de A Pobra se encuentra un ejemplar de Femeninas dedicado por el autor a Javier Puig: "A mi querido amigo Xavier Puig en recuerdo de las muchas latas que le han costado las pruebas de este libro, Ramón del Valle Inclán, Pontevedra 28-III-95 ". La imprenta para la que trabajaba Puig es la de Landín, tal como se especifica en la portadilla.

Las palabras de Valle son muy significativas de la relación de amistad entre ambos, que se forja durante su juventud.

La familia Puig poseía en A Pobra, una antigua casa de meditación de la Orden de la Merced, adquirida durante la desamortización, que Puig Llamas alquila al autor de Las Sonatas hasta que éste abandona el Caramiñal tras el fallecimiento de un hijo. De la documentación se desprende también que los conocimientos agrarios de Valle no eran escasos, sino nulos: según comunicaba el administrador de la propiedad, había puesto a secar el maíz sobre el piso de la vivienda, pudriéndose de este modo la madera.

Quiero referir además una anécdota poco conocida, a la que tuve acceso por medio de dos pontevedreses irrepetibles, Mercadillo y Odriozola, que revela el carácter de ambos personajes, todavía en su juventud. En una ocasión, Valle adquirió unas nociones básicas de esgrima en el gimnasio de un italiano instalado en Pontevedra. Con este entrenamiento invitó a Puig a un combate, quien, desconocedor de todo manejo de la espada, sufrió, entre el escarnio del contrincante, la destrucción de su chaleco. Calló Puig la ofensa, aquí no pasó nada, pero se entrevistó con el italiano que regentaba el taller ¿A qué hora inicia usted las clases? A las ocho. Pues va a adelantarlas una hora y para mí en exclusiva; nadie deberá conocer este pacto. Y así se hizo. Valle, ignorante de la nueva situación, volvió a retarlo sin esperar la enérgica respuesta de su amigo, que devolvió una a una todas la cuchilladas recibidas. La réplica de nuestro abogado es una muestra de la astucia e inteligencia que le caracterizarán a lo largo de su vida.

*El autor agradece a la institución y en concreto a su director, Antonio González Millán, las facilidades para la reproducción de este documento.

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