Un 27 de noviembre de 1957 el fotógrafo Manuel Ferrol lograba inmortalizar en una sola imagen el drama que vivieron los miles de gallegos que se vieron obligados a cruzar el Atlántico en busca de una vida mejor. La escena, captada en el puerto de A Coruña, muestra todo el dolor de la despedida de un hijo que se abraza a su padre ante la inminente partida de varios de sus familiares rumbo a Buenos Aires.

Más de medio siglo después, y aunque ahora no se cruza el Atlántico, son numerosos los jóvenes que se ven obligados a marcharse ante la falta de oportunidades laborales. En este sentido, a nivel provincial, el número de personas de entre 20 y 35 años que abandonaron España se incrementó en un 172%, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2011, un aumento significativo que se respalda con las 7.000 peticiones de información para trabajar en el extranjero que recibió la oficina del Servicio de Empleo Europeo (Eures) durante el pasado año.

El motivo principal que esgrimen los pontevedreses que se ven obligados a recorrer a miles de kilómetros desde su ciudad de origen se repite en cada uno de los casos: la falta de oportunidades laborales.

"Me volvería a ir. En España nadie me ha dado la oportunidad de entrar en el mercado laboral, ni siquiera como estudiante en prácticas. Si no hay dinero, ni tienes libertad ni puedes planificar tu vida", lamenta Breixo Pastoriza, un joven licenciado en Administración y Dirección de Empresas especialista en Finanzas y Asesoría que reside en la isla de Rolvsøy, en el municipio noruego de Måsøy.

"Si pudiese regresar con un empleo decente no lo dudaría ni un momento. Viajar por placer es una cosa, vivir el día a día es diferente", sentencia el joven, quien destaca la "lástima" que genera en Noruega la situación que atraviesa España según reflejan los medios de comunicación de aquel país. "Lo que sucede en nuestro país para ellos es impensable", asegura.

"La situación laboral en España es precaria, insostenible y vergonzosa. Al menos aquí me sigo formando, aprendo un idioma", reconoce, por su parte, Noa Fernández, licenciada en Geología que hace más de un año se marchó a Dublín, donde actualmente trabaja de camarera en Whelan´s, una famosa sala de conciertos de la ciudad. Desde la capital de Irlanda la joven pontevedresa asegura vivir con "incredulidad" las noticias que llegan de su país de origen, una actualidad " que afecta a casi seis millones de personas". "Los recortes, las subidas de impuestos, el deterioro de los derechos laborales o la inaceptable corrupción" hacen que esta joven pontevedresa reconozca que no tiene fijada la fecha de regreso.

Volver es "desalentador"

Una situación similar es la que impulsó a Lorena Lage, una joven recién licenciada en Periodismo, a hacer las maletas y tratar de progresar en Bruselas. "Ante la falta de oportunidades para ejercer mi profesión, prefiero trabajar de camarera en el extranjero y mejorar algún idioma", argumenta la joven, quien detalla que son numerosos los compañeros de la facultad que tras concluir su formación universitaria han decidido poner rumbo a otros países como Gran Bretaña, Holanda o Francia. A pesar de que llegó a la capital belga hace apenas dos meses, ya está trabajando "temporalmente" en la hostelería con la esperanza de "encontrar un empleo relacionado con el periodismo o la comunicación". "No tengo fecha de vuelta, aún es pronto, no obstante, pensar en volver a España es cada vez más desalentador", sentencia.

El camino que acaba de emprender Lage lo inició hace más de una década Fátima Otero. Entonces, el motivo principal que esgrimían los jóvenes para abandonar España era "perfeccionar el inglés". Tras especializarse en secretariado internacional de dirección en Madrid emigró a Irlanda y, tras residir en varios países, actualmente vive en Amsterdam (Holanda). La joven reconoce que, después de años en el extranjero, siente lastima por que "gente tan preparada no pueda conseguir un trabajo acorde a sus cualidades. Responsabilizar sólo a nuestro país es injusto, creo que la Unión Europea debería haber tomado medidas más contundentes". "¿Volver a España? no está en mis planes, tal y como están las cosas sería como ponerse una soga al cuello", sentencia Otero.