La presentación de la ampliación de Montecelo supuso una nueva oportunidad de protesta para dos de los colectivos que más veces han escenificado sus reivindicación durante los últimos meses. El cuerpo de bomberos y el personal del CHOP traspasado desde la Diputación exigieron la solución de sus conflictos laborales al presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, quien abandonó el centro social Caixanova evitando la comunicación con cualquiera de las partes manifestantes.

A la llegada del coche oficial del presidente los funcionarios de sanidad que antes dependían del ente provincial lanzaron papeles en los que incluían sus exigencias. Se trata de un grupo de unos 900 afectados en toda Galicia y que pretende conseguir la carrera profesional extraordinaria para igualar su salario con el resto de funcionarios del Sergas.

"Cobramos hasta 500 euros menos que nuestros compañeros y desempeñamos el mismo trabajo. Ahora, en Navidades la noche nos la pagarán a 16 euros, mientras a ellos a más de 120. Es un agravio increíble", apuntaba una de las representantes de los afectados. Luego añadía: "Seremos la novia de Touriño durante lo que queda de mandato y en toda la campaña, allí donde esté él, estaremos nosotros manifestándonos".

Privatizaciones

Asimismo, desde la plataforma "Por un novo hospital" mostraban unas pancartas con su rechazo a la entrada de capital privado en la sanidad gallega o de otros aspectos como el de la gestión de la central de chamadas. "Os datos da tarxeta sanitaria quedan en mans dunha empresa externa ao Sergas", denunciaban en sus panfletos. También critican los servicios que seguirán quedando fuera y que no se recogen en el nuevo Montecelo. Una de las manifestantes dirigía un "¡por favor, presidente, un momento!" sin obtener respuesta alguna justo antes de que Touriño volviese a entrar en su vehículo oficial.

Entonces también se había sumado al conjunto de movilizaciones los bomberos de Pontevedra. Aunque si bien ellos buscan una reunión con los representantes de la administración local, aprovecharon la estancia del mandatario autonómico en la ciudad del Lérez para insistir en sus reivindicaciones.

Después de que el dirigente de la Xunta se marchase, esperaron a la salida del alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, al que responsabilizaron de acumular impagos en sus sueldos desde el pasado junio. También de convertir a la capital en la ciudad gallega con la plantilla más reducida.