En tiempos de pandemia algunas amenazas no desaparecen, como los incendios forestales, un peligro que se cierne cada verano. El estudio CREIF, en el que participaron 500 especialistas en extinción de incendios forestales de las diez BRIF que hay en España, concluyó que el volumen e intensidad medio que soportan estos trabajadores es similar al de deportes de ultrarresistencia, debido a las altas temperaturas, estrés, deshidratación, inhalación de humos y trabajo cardíaco en terrenos escarpados, que aproximadamente equivale, en los operativos de cinco a diez horas, a una etapa de una vuelta ciclista como el Tour, a más que una maratón. La única base BRIF de Galicia está en Laza, en uno de los distritos forestales con mayor riesgo y número de incendios forestales, el de Verín-Viana. El equipo, formado por 61 trabajadores -45 bomberos forestales, 7 capataces, 4 técnicos, 2 técnicos de base, 2 emisoristas y un preparador físico-, más el personal de tripulación que pilota los helicópteros, inició ayer la campaña de verano número 17, que se extiende hasta el 31 de octubre.

En tiempos de coronavirus la precaución manda. En la base, un espacio cerrado, siempre llevan mascarilla y en los desplazamientos en helicóptero o vehículo, también. Para batirse contra el fuego se la quitarán, puesto que la respiración ya resulta difícil por la propia labor y, además, su trabajo es al aire libre. Han estructurado el trabajo en tres brigadas independientes (cada una en dos cuadrillas) con un turno único de 11 horas diarias en base, otra en casa con disponibilidad para ser movilizada y la tercera librando, en una secuencia de tres días que va rotando. Si se produjera un contagio solo sería necesario aislar a los miembros de esa brigada hasta el rastreo de infectados totales mediante test. Fuentes de la plantilla consideran que, con el cambio organizativo, "vamos a tener mayor capacidad de extinción y a ser más versátiles. La mayoría de incendios comienzan por la tarde o la noche y la brigada que esté en domicilio y sea movilizada podrá apoyar con muchas horas por delante".

Antes regresaban al paro por Navidad pero los miembros de la BRIF ya son fijos y su servicio se ha convertido en permanente y estable, aunque su salario todavía es mileurista pese al riesgo y al esfuerzo (poco más de ese umbral en invierno y unos 1.100 euros en verano). Cuando finalice el periodo de extinción se dedicarán a labores de prevención (desbroces y quemas controladas). Una de las novedades de este año es que también están disponibles para actuar como apoyo en otras emergencias del entorno rural, como inundaciones o nevadas, si es necesaria su participación y son requeridos por la comunidad.

Vuelan a lugar donde arde. Tras dos pasadas sobre el incendio para hacerse una composición desde el aire, acuden a uno u otro flanco o a la cabeza del fuego, bajo la coordinación del director de la extinción, un agente o técnico de la Xunta. Trabajan con un ataque directo o indirecto, pero a menudo pegados a la llama, con batefuegos cuerpo a cuerpo. Su labor no decaerá en tiempos del virus.