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En la UCI 42 días: "La doctora que me intubó me dijo: 'Confía en mí, vas a salir de esta"

Felipe Balboa superó dos neumonías: una por Covid y otra bacteriana -"Es admirable la profesionalidad y humanidad de los sanitarios" - "Cabeza y sentido; no cuesta tanto llevar mascarilla"

Felipe Balboa, ayer, en su casa del barrio ourensano de A Carballeira. // Carlos Peteiro

"Soñé que había fallecido, que no había aguantado, creía que estaba muerto cuando una enfermera entró. Se lo pregunté y ella me dijo: '¿Te late el corazón? Pues entonces es que estás vivo". Fue una de las sensaciones extrañas que muchos pacientes de UCI experimentan vívidamente bajo la sedación. "Soñé cosas que no se habían producido, como que me habían llevado a Vigo, pese a que en ningún momento me trasladaron de Ourense. Tuve otros sueños raros y pesadillas. En uno de ellos me trataban desde el techo. Son pensamientos que ahora pongo en orden para discernir la realidad de la mentira".

Felipe Balboa Fernández (Ourense, 49 años) estuvo 42 días en cuidados intensivos del CHUO y 6 en planta del hospital público de la ciudad tras sufrir dos neumonías consecutivas, la primera por Covid-19 y la segunda por una infección bacteriana por neumococo. El lunes 11 de mayo, cuando comenzó la fase 1 de la desescalada y reabrieron las terrazas, él pudo volver a casa. Al otro lado del teléfono, con la voz ajada y casi 20 kilos menos, subraya: "Quiero destacar la profesionalidad y humanidad de los sanitarios en su trabajo, es admirable; nunca valoras lo que tienes ni cómo funciona una UCI hasta que lo necesitas. Por eso me enfada que algunas personas no tengan sentido, cabeza ni respeto a los demás y al gran esfuerzo de los sanitarios. No cuesta tanto llevar mascarilla y estar a dos metros, sin jugar al regate".

Este profesor de Lengua, sindicalista de UGT en la Federación de empleados de servicios públicos (Fesp), está casado y tiene dos hijas. Tras la neumonía bilateral originada por el coronavirus, que lo dejó débil, sufrió otra de origen bacteriano por la que requirió una nueva intubación y una traqueotomía. Felipe, que tuvo una tercera infección, venció y puede contarlo. "Salimos muy debilitados. Me dijeron que tuviera precaución en los primeros días y por ahora estoy haciendo en casa, sin salir, los ejercicios para recuperar la musculatura tras un periodo de inmovilización tan largo. Todavía no me encuentro con fuerzas para ir a la calle", explica. "Más allá de los restos de la neumonía, no tengo secuelas ni ningún órgano afectado. Dentro de un mes voy a revisión para ver mi evolución, con radiografía y analítica. El hospital cuenta con un plan especial para estudiar si los pacientes de Covid-19 tienen algún síntoma añadido, porque al ser una enfermedad nueva todo es nuevo. Nos han facilitado un teléfono de Neumología y el médico de familia hace un control rutinario", describe.

Felipe, exfumador desde hace ya varios años, no había sufrido ninguna enfermedad grave con anterioridad a su dura experiencia con el coronavirus. "No tenía historial médico, más allá de una gripe o de algún catarro, nunca una neumonía. Pero este bicho me enganchó y ha sido muy complicado". El 3 de marzo estuvo en Madrid en una reunión. "Viajé en tren y cogí algún taxi pero no hice vida social más allá de la reunión, incluso comí solo. Los primeros síntomas aparecieron a los 10 o 12 días, no sé si me pude haber contagiado en el taxi, en la estación, en el tren, o en la reunión, ni descarto que fuera en Ourense". La enfermedad se presentó con fiebre de 38 grados, arrebatándole las fuerzas, el apetito y el olfato. "Poco a poco me fue machacando los pulmones. Tras unos días en casa, ingresé en El Carmen a través de Muface y cuando me detectaron el coronavirus me derivaron al CHUO. Recuerdo que, al llegar, una doctora rápidamente me intubó".

Fue la médica Ana Tizón, auxiliada por el enfermero Hugo, profesionales a los que Felipe recuerda por su nombre, agradecido por su labor. "Vino a la UCI Covid y, en uno de esos momentos algo lúcidos para los pacientes, que no son siempre debido a la medicación, me dijo: 'Vas a salir de esta. Tienes que confiar en mí y tirar hacia adelante porque saldrás de esta".

Más de una veintena de pacientes llegó a haber en cuidados intensivos, por el coronavirus, en el hospital de Ourense. "En una situación muy complicada, el personal trató de humanizarla al máximo. Guardo recuerdos de proximidad por parte de auxiliares, médicos y enfermeros, que me decían su nombre y que no me preocupase porque iba a estar atendido. No quiero dejar de nombrar a nadie pero por ejemplo Sandra, una auxiliar, estuvo muy encima de mí, muy pendiente. Llevaba un mes en la UCI y me había crecido la barba, nunca la había tenido y la crié en la UCI", cuenta este profesor. "También guardo un recuerdo especial de David, otro auxiliar, muy pendiente. Marcos, un médico, me facilitó una tablet para poder mantener contacto con la familia. Sería injusto no nombrar a todos porque el trato y la atención fueron espectaculares, dentro del clima de incertidumbre y de su propio miedo al contagio".

Felipe se sobrepuso a dos neumonías, a un golpe tras otro. Tras superar la primera, salió de la UCI Covid y pasó a la convencional, a la espera de su traslado a planta. "Cogí una segunda por neumococo, una bacteria común. Vino el doctor Cortés a informarme de que me intubaban de nuevo y de que me harían una traqueotomía para ayudarme a expulsar secreciones para así sentirme mejor. 'Confía en nosotros', me dijo".

Defensor de lo público, tras su experiencia aún se reafirma más. "Hay que reforzar la sanidad pública con más medios, con un reconocimiento no solo con aplausos sino en forma de derechos y salario. El personal ha respondido de 10 en una situación de estrés". Reclama responsabilidad y se indigna con datos como el de más de un millón de denuncias desde el inicio del estado de alarma por incumplir las restricciones. "La libertad no puede ir en colisión con el derecho a la salud, hay que respetar la vida del vecino, del resto de ciudadanos". Cree que el desconfinamiento debe dar "pasos prudentes. Los sanitarios estaban asombrados con que, tras su gran esfuerzo, muchos se lo tomen a cachondeo en las terrazas y las salidas. Calma, sentidiño y cabeza".

El 11 de mayo, tras 48 días en el hospital, 42 de ellos en cuidados intensivos, Felipe volvió a su casa de A Carballeira. Los vecinos colgaron una pancarta de bienvenida. "Uno de los problemas de estar en la UCI es que sales emocionalmente muy tocado, así que me emociono pronto y mucho. Esto te cambia la perspectiva. Pasé mucho miedo y la fuerza que me daba el personal, y la que sentías en la distancia de familia y amigos, me ayudaron a salir de esta".

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