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Atrapados tras la caída del telón

Dos familias circenses que trabajaban en un espectáculo ambulante han perdido su empleo y permanecen confinadas en sus caravanas en Ourense: "Nos quedamos tirados"

Heidi Medini, su hijo Shuyl y su marido Rossi Maximiliano. // Iñaki Osorio

La declaración del estado de alarma bajó el telón del espectáculo ambulante Dinosaurios Tours cuando la exposición de figuras animatrónicas se encontraba de gira en Ourense. La empresa se vio obligada a cancelar toda su agenda y cerró, como otras muchas que vieron su actividad engullida por la pandemia.

Entre bambalinas se han quedado dos familias circenses de origen italiano y portugués, confinados en sus autocaravanas en Finca Sevilla, sin trabajo ni destino físico o laboral al que acudir. Su vida profesional está en el circo, un sector en la cuerda floja a causa de la crisis sanitaria y económica. "Esto nos pilló desprevenidos y nos quedamos tirados; al principio decían que podría ser un mes pero ahora ya vemos que por lo menos en un año o año y medio no tendremos trabajo en el circo", dice Anastasio Torralvo, payaso de oficio, atrapado con su mujer y su hijos de 15 años, en la caravana. En paro, sin ingresos ni ahorros, el giro provocado por el coronaravirus ha puesto sus vidas patas arriba. "No tenemos ni para pagar el internet que necesita mi hijo para seguir con las clases", apunta.

Tampoco sus vecinos italianos lo tienen fácil. "El dinero se acaba y aunque ahora no podemos movernos de aquí tampoco tendríamos a donde ir", explica Heidi Medini. Ella y su marido Rossi Maximiliano son lanzadores de cuchillos, y su hijo Shuyl, equilibrista. "Este año ya no hay trabajo para nosotros y creo que la crisis en el mundo del circo va a ser muy fuerte", lamenta. Tanto ella como su marido tienen carné de camión por lo que están pensando en la conducción de cabezas tractoras de tráiler como posible salida laboral.

Ambas familias reciben semanalmente ayuda de Cáritas, que les lleva comida. Una colaboración que agradecen de corazón, aunque empiezan a echar de menos los productos frescos. "No tenemos casa a donde ir pero lo peor es que no sabemos qué va a pasar con nosotros cuando esto acabe porque no habrá trabajo para el circo", lamenta Anastasio, "estamos desesperados".

El apoyo emocional entre ambas familias es mutuo. Al menos la curantena les soprendió juntos. "Cuando hace sol tomamos un cafecito y hablamos mucho, es un alivio porque el espacio en una roulot es mínimo", dice Heidi.

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