Luis Vázquez quiere estudiar Traducción e Interpretación; Miguel Iglesias, Administración y Dirección de Empresas. Sus compañeros de 4º de la ESO Antón Nóvoa y Anxo Pérez se decantarán por la Formación Profesional tras obtener este año el título de Secundaria. El primero desea trabajar como auxiliar de enfermería y el segundo se especializará en producción agropecuaria. Los cuatro son estudiantes del Seminario Menor 'A Inmaculada' de Ourense. El centro, con 90 alumnos de ESO y Bachillerato, mantiene el pulso en el curso escolar más extraño. La tecnología ayuda a seguir avanzando desde casa. Mediante las aplicaciones de Google para educación y los recursos que ofrece el 'Sistema Ebi' a través de videollamadas grupales e individuales siguen las clases, realizan consultas a los profesores sobre cualquier duda -también por correo electrónico- y, al tratarse de un colegio religioso, se conectan para los distintos momentos de oración.

El rector del Seminario Menor, Segundo Fernández, cree que el alumnado "está avanzando incluso más" que antes del confinamiento. Cada uno tiene en su domicilio su ordenador del centro para conectarse en un horario lectivo de 8.50 a 14.30 horas. Los profesores programan la tarea diaria y los jóvenes preparan el trabajo en su hogar. Cada aula tiene un máximo de 25 o 27 estudiantes en este colegio, en el que trabajan veinte docentes. En la clase de estos chicos de 4º de la ESO hay 19 matriculados. "Ser pocos por clase es una de las fortalezas del centro, permite un mejor seguimiento", destaca Segundo Fernández.

El día 12 se suspendieron las clases presenciales en Galicia y el seminario estaba preparado para recurrir al sistema telemático. "La primera semana fue un poco de adaptación y a partir de ahí ya no hubo ningún problema", señala el rector. La segunda evaluación del curso se cerró con los contenidos impartidos hasta la fecha de declaración del estado de alarma, el pasado 14 de marzo. El atípico periodo escolar que comenzó desde ese momento servirá en el seminario de Ourense "como refuerzo y recuperación de los contenidos no superados así como para la ampliación de lo ya superado y en lo que se continúa trabajando de cara al curso que viene. En este último caso nunca supondrá una bajada de la nota", deja claro Fernández.

La evaluación del alumnado se realiza, durante este periodo de reclusión en casa, mediante exámenes telemáticos, rúbrica o portfolio. No habrá aprobado general. Si algún estudiante termina con varias asignaturas suspensas mantendrá la segunda oportunidad de la convocatoria de septiembre. Si entonces continúa sin aprobar el mínimo, "el claustro se reunirá y reflexionaremos si es oportuno que repita. Daremos nuestros argumentos y la inspección revisará. Podría darse el caso de obtener la titulación de Secundaria con 4 asignaturas suspendas", explica Segundo Fernández. En 2º de Bachillerato, el curso preuniversitario, el trabajo y los contenidos en estas semanas se enfoca en preparar la selectividad. "La incertidumbre también puede suponer una oportunidad porque la materia del examen se adaptará a las distintas comunidades hasta el día antes del estado de alarma".

Luis, Antón, Anxo y Miguel tienen 15 años. "De momento está yendo bien esta experiencia con las videollamadas, y cuando tengo alguna duda se la planteo al profesor, también por correo", dice Luis Vázquez. Antón Nóvoa asegura que trabaja "mejor en casa. Me organizo mejor para entregar las tareas. Prefiero trabajar ahora para no tener nada suspenso". Compara su ritmo educativo en pleno estado de alarma con el de amigos de otros colegios y dice que "no saben qué hacer" en muchas ocasiones. Su madre, Chus, empleada en una cafetería que ahora mismo están afectada por un ERTE, ve avanzar a su hijo "mejor que si estuviera en clase. Lo noto más motivado y trabajador. Los profesores están muy involucrados y pendientes de cada alumno. El seminario, además, imparte valores. El cambio que ha experimentado él es grandísimo".

Miguel Iglesias se muestra incluso "sorprendido de lo que esté llevando tan bien, pensaba que sería complicado". Estudiar a distancia, con la tecnología difuminando esa separación, al igual que el teletrabajo, requiere organizar los tiempos para que las esferas de obligación, ocio y descanso no se mezclen. "Pensaba que sería un caos pero al final me concentro más porque sé que tengo unas horas fijas y me ayuda a organizarme", cuenta Anxo.

Su padre, Agustín Pérez, está contento con cómo avanza su hijo pese al estado de alarma sanitaria. "Tiene una rutina todos los días, como antes, con la única diferencia de que no sale de casa. También ganamos que ahora siempre podemos comer juntos", añade. "No hay punto de comparación con lo que cuentan otros padres de sus hijos, que no tienen ni la mitad de las clases que estos ni tampoco la atención". También asegura que en el colegio religioso su hijo ha mejorado la actitud. Chus, la madre de Antón, agradece asimismo la posibilidad de que los adultos puedan contactar con los profesores "cualquier día".

El Seminario Menor, lógicamente, no desatiende la faceta espiritual, por mucho que Antón, Miguel, Anxo y Luis no tengan la intención de ser curas. "Enviamos la oración diaria a sus casas, los miércoles el tutor hace una videollamada para rezar un poco juntos y cuatro días a la semana hay eucaristía", indica el rector.