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Alianza para promocionar la ciencia y la tecnología

La sonda lanzada por Tecnópole y UVigo aterrizó en Laza tras ascender 32.595 metros

El globo estratosférico superó las estimaciones del equipo científico: permaneció en el aire 2 horas y 40 minutos y alcanzó una altitud próxima a la órbita geoestacionaria -Registró temperaturas de -60º y voló a 66 km/h

La caja cayó en lo alto de un árbol, en un monte de Laza. // FdV

El primer lanzamiento de un globo estratosférico desde la Tecnópole, efectuado el jueves por la tarde, ha sido un éxito. El equipo científico liderado por el profesor David Ballesteros e integrado por alumnos de 12 a 18 años de las aulas tecnológicas realizó ayer un primer análisis tanto de los datos recogidos por los sensores como de las imágenes captadas por las cámaras incorporadas al dispositivo. El vuelo superó las estimaciones iniciales (30 kilómetros de ascenso) al alcanzar un altitud máxima de 32.595 metros y acercarse a sólo tres kilómetros de la órbita geoestacionaria en la que se sitúan con una posición fija los satélites.

El proyecto, fruto de una reciente alianza entre la Tecnópole y el Consello Social de la Universidad de Vigo dirigida a fomentar las vocaciones científicas, entra así en una nueva fase, que consistirá en el análisis de la telemetría recogida por la sonda para estudiar el comportamiento de las temperaturas, humedad, presión atmosférica y otros parámetros. David Ballesteros avanza que la idea es trabajar por grupos con franjas de altitud de 500 metros.

Es la tarea que les espera a los integrantes de las Aulas Tecnópole a la vuelta de las vacaciones de verano. Hasta entonces tendrán tiempo de digerir la experiencia de haber lanzado un globo a la estratosfera y observar a través de sus cámaras como se ve la Tierra a más de treinta mil metros de altura.

Y si emocionante fue el lanzamiento no menos la recuperación de la sonda, que aterrizó en un monte de Laza a unos 50 kilómetros del punto de partida y tras permanecer en el aire 2 horas y 40 minutos. La caja, relata el profesor, estaba en la copa de un árbol a una altitud de 835 metros. Recuperarla "fue una odisea", porque por momentos se perdía la conexión con la sonda que emitía su posición por radiofrecuencia. "Al caer en una zona de montañas perdíamos la cobertura, tuvimos que rastrearla como si estuviésemos con un detector de metales en la playa, pero en este caso buscando una sonda meteorológica". La caja con los sensores y las cámaras de vídeo fue finalmente localizada en la copa de un árbol con el paracaídas por debajo. En la "aventura" de recuperar el dispositivo participaron, además de David Ballesteros, Kike Fontán, informático y monitor de las Aulas; Miguel Castro, director de proyectos de Enyiris, empresa del Parque Tecnológico de Galicia que colabora con esta iniciativa, y la alumna Iria Ollero.

El equipo quedó fascinado con las imágenes de vídeo captadas, tanto con las vistas ofrecidas en el despegue en el que se puede ver la Tecnópole y todo el polígono de San Cibrao das Viñas, como las obtenidas a más de treinta mil metros de altura, desde donde se percibe el perfil costero y el interior del noroeste peninsular y las Rías Baixas iluminadas por el sol.

El ingeniero Miguel Castro fue el encargado de realizar un primer resumen de la telemetría, basada en dispositivos IOT (internet de las cosas) con aplicaciones de la Industria 4.0. y tecnología de transmisión de datos LoRA (Long Range) con las ya trabajan los alumnos de Aulas Tecnópole. La temperatura en el interior de la caja se mantuvo durante todo el vuelo por el aislamiento térmico pero fuera se alcanzó una temperatura mínima extrema de -60º, con un valor medio de -29º. La presión atmosférica mínima se alcanzó en el momento de la explosión del globo de helio, y fue de 10 milímetros de Mercurio (mmHg). La velocidad máxima de desplazamiento horizontal alcanzó los 66km/h y en la caída libre, antes de que se activase el paracaídas, la sonda se movió a 36 metros por segundo.

David Ballesteros avanza que el trabajo posterior con los alumnos será muy interesante porque podrán comprobar los contrastes de temperatura que se producen en el ascenso o los cambios de velocidad de la sonda. "Cuando asciendes a mucha altitud, la temperatura vuelve a subir en lugar de bajar, porque hay muy poco aire alrededor; esto también provoca que el paracaídas no se abra al no tener aire que lo aguante", explica Ballesteros, "es un momento terrible, hasta que baja a suficiente altura sobre el planeta y se abre el paracaídas". El globo estratosférico, de dos metros de diámetro y lleno de helio, ascendió hasta que al bajar la presión explotó y empezó a descender.

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