Termómetros bajo cero ayer en la segunda feria del año en la ciudad de Ourense, la del 17 de enero y no por la temperatura, sino por la baja afluencia de público y ventas según los ambulantes. "Es la cuesta de enero y esto está muy flojo, de hecho ya el pasado día 7 nos fuimos para casa con pérdidas porque tenemos que pagar al Concello por ponernos aquí", explica María una vendedora de origen portugués, que está al frente de uno de los innumerables puestos de ropa de señora, en los que las clientas buscan entre el revoltijo.

A media mañana, la hora punta en la que en otras jornada feriales las riberas del río Barbaña están plagadas de puestos y de visitantes, el ambiente era de desolación y algunos ambulantes incluso iniciaban la recogida de los puestos antes de las 13 horas.

"La mañana no da para más", señalaba Luis, un habitual que viene desde Vilagarcía y es fijo de los mercadillos feriados de la ciudad. Las orillas del cauce fluvial del Barbaña estaban ya plagadas de restos de plástico y de cartón pese a que había un 30% de puestos menos.

Algunas de las vendedoras de ropa "buena, bonita y barata", tal y como ellas insisten con un lema tópico, toda la ropa con etiqueta de estreno, denunciaron ayer que parte del problema de la bajada de ventas " es de algunos de esos vendedores que están del otro lado", señalaron en la parte contigua a Parque Barbaña, pues "hay una oenegé que les da sacos de ropa de segunda mano que es para familias necesitadas y luego ellos la venden a 1 euro".

Supuestamente el negocio de las donaciones que en algunos casos "es a sacos llenos", explica otra ambulante que no quiere dar su nombre, es para uso de las familias y luego "ellos la venden aquí y nos hacen mucho daño" afirman.