Los días de despedidas suelen ser los más amargos. Ayer fue uno de esos, tocó decir adiós a algo tan especial como el campamento urbano de la asociación juvenil Amencer, una cita incombustible que refrescó el verano de más de 1.000 jóvenes y de 152 voluntarios -140 el año pasado-, consiguiendo superar la barrera del millar por segundo año consecutivo. Además, por primera vez en sus 30 convocatorias, se registró una media diaria de 600 asistentes -en 2015, no superaron los 500-.

Fiesta de la espuma

Los participantes, repartidos en dos discotecas de Ourense, sacudieron sus penas bailando desde bien entrada la mañana. Después, calmaron su adrenalina con el tradicional baño de espuma y agua en el patio del colegio Salesianos. Un camión de bomberos repartió manguerazos a diestro y siniestro empapando a la multitud. Todo esto previo paso por la plaza Mayor, donde la edil de Xuventude y Voluntariado, Sofía Godoy, se vistió la camiseta y el pañuelo del campamento al compás de los efervescentes cánticos de los protagonistas del acto.

Por la tarde, todos los que hicieron posible este gran evento compartieron la hora de la comida al aire libre dejando hueco para un surtido de postres donados por las pastelerías de la ciudad. A continuación, la sede de la cita fue testigo de la gala de los premios "Urbaniños", amenizada esta con un carrusel de actuaciones musicales y teatrales. Lo último fue el momento de los abrazos, ese encontronazo con la realidad que únicamente invita a pensar en el tiempo restante para volver a sonreír a casi doce meses vista.

Valoraciones de la 30ª edición

Xulio César Iglesias, director de Amencer, valora el "éxito rotundo de participación" en este trigésimo campamento urbano y desmiente que la ciudad se quede sin gente en agosto: "Siempre decimos que Ourense está vacía, pues nosotros demostramos que es mentira, que se puede recrear la zona y que se pueden conseguir objetivos educativos".

El coordinador de la cita, Manuel Seguín, achaca este repunte interanual a la "diversidad de las actividades que se hacen cada temporada" y a la "dificultad de que los chavales puedan jugar en la calle". Otra de las razones, expone, es la precariedad económica de muchas familias, para las cuales "las vacaciones son más excepcionales".

Todavía sin confirmar, todo indica que, otro año más, la asociación volverá a caer en números rojos como consecuencia, precisamente, de este crecimiento en la afluencia -en el 2016, superaron los 6.000 euros de deuda-. Iglesias lo expresa así: "En el plano económico, creemos que va a haber déficit porque hay un dato clave: en este 2017, por primera vez, superamos los 600 participantes de media diaria, cuando antes solían venir 300 o 400". Uno de los mayores gastos de estas 8 jornadas de pasatiempos lo supuso la contratación de la flota de autobuses para desplazar a los jóvenes a la playa de O Vao, en Vigo -11 vehículos-, y a las piscinas de Monterrei -14 viajes en 7 buses-. Ni qué decir del habitual material para llevar a cabo las diferentes actividades.

"Tenemos ingresos del Concello, de la Diputación, de empresas y del comercio ourensano, que es muy potente", aclara Xulio. Sin embargo, estas ayudas, que suman un total de 25.000 euros -misma cifra que para la 29ª edición- no son suficientes para cubrir todos los gastos y desde Amencer llaman a los propios ciudadanos a colaborar: "Les pedimos que, voluntariamente, aporten algo".

Según datos de la organización, para un 64% de los asistentes, el campamento urbano fue y será la única actividad que hagan a lo largo de todo el verano, una realidad que también va en aumento -el pasado agosto se situó en un 60%-.