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Vacuna de solidaridad contra el coronavirus

Un grupo de voluntarios ayuda a repartir alimentos a 60 familias de Cangas asistidas por Cáritas, que augura un repunte de la demanda

"Sin ayudas, no tendríamos asegurado llegar a fin de mes", confiesa Carmen, una madre de dos hijos que prefiere que nadie sepa la difícil situación que está pasando, hasta el punto de dar un nombre ficticio y ninguna identificación más. "Mucha gente está en una situación parecida, y esto puede ir a peor con el virus porque trae más paro y pobreza", avisa, y acto seguido pide "que Dios no lo quiera". Ayer, esta mujer que ronda la cuarentena representaba un eslabón de la cadena humana que aguardaba turno para recoger un lote de productos básicos en la sede de Cáritas en Cangas, donde actualmente reciben ayuda 60 familias y el censo de demandantes está creciendo, según reconocen desde la entidad, a la que la crisis sanitaria y el riesgo de contagios obliga a espaciar la frecuencia de entrega de alimentos, que pasa de ser semanal a quincenal, dos jueves al mes. En cualquier caso, "hay comida para todos", gracias a la solidaridad de particulares y empresas, certifica Fina Rial, responsable local de Cáritas.

Las bolsas de alimentos incluyen leche, aceite, azúcar, cacao, galletas, pastas, arroz, conservas, fruta o pescado y pollo que por ahora rebosan en los congeladores por las aportaciones que reciben. Los productos varían en función de las necesidades de cada familia, al igual que las cantidades, que se fijan según el número de miembros y otros datos que conoce Cáritas. Aunque este colectivo vinculado a la Iglesia Católica trabaja todo el año en su labor caritativa, la media de edad de sus miembros los sitúa en el grupo de mayor riesgo por la pandemia del Covid-19, por lo que ha salido en su ayuda el Concello de Cangas a través del programa de "Boa Veciñanza". Tres de sus voluntarios, debidamente equipados, ayudaron ayer a organizar, por la mañana, y repartir, por la tarde, las bolsas de alimentos, que las familias beneficiarias recogieron, de forma escalonada y bajo vigilancia de la Policía Local para salvaguardar la distancia de seguridad, en una mesa instalada frente al local de la entidad, en la Avenida de Vigo.

"Seguimos acompañando y ayudando a personas vulnerables, para quienes la enfermedad supone un riesgo aún mayor porque viven solos, tienen otras patologías o no cuentan con condiciones de vida e higiene adecuadas", indican desde la central de Cáritas. "Las personas voluntarias que pertenecen a un grupo de riesgo han dejado temporalmente su actividad y se han suspendido reuniones, encuentros y formación para evitar aglomeraciones", añaden, y anuncian que están "identificando las necesidades humanas y materiales que tiene nuestra red de 70 Cáritas Diocesanas y 5.739 Cáritas Parroquiales, tanto de voluntariado como de material sanitario y de protección".

Entre las personas que trabajan para que esta situación "no deje a nadie atrás" se encuentra el cura párroco de Cangas, Severo Lobato, que realiza "una intensa labor", según reconocen Fina Rial, presidenta de Cáritas, y la concejala de Servizos de Cangas, Aurora Prieto, que desarrolla una labor de voluntariado a la vez que institucional. La edil movilizó la maquinaria de desinfección del Concello para realizar una pasada por la zona para reducir riesgos, al igual que frente al comedor social, en la calle Lisboa.

Porque las medidas de higiene, seguridad y prevención van parejas a la acción solidaria, como se encarga de recordar Mar Núñez, coordinadora del programa municipal de Boa Veciñanza. Por eso el número de personas que forman los grupos de apoyo es reducido y todos van equipados con mascarillas, gafas y buzos de protección. "Es muy loable que haya gente altruista que se juega la vida por los demás. Eso sí, deben ir bien equipados, coordinados y con sentidiño", recalca.

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