A las tres de la tarde, junto a la lonja de Aldán huele a jureles a la plancha, a marisco, a pescado...Diego Bermúdez, libreta en mano, atiende el goteo continuo de personas que van llegando por el funil de entrada, para comer en su local. El Bar Muelle es una pequeña caseta, detrás de la lonja, en donde está la cocina y dos hileras de mesas bajo toldos. Tiene pocas mesas y la espera es de media hora, pero en la fachada de la lonja hay una, conocida como la de los Apóstoles (cinco por cada lado y un taburete cada frente), donde uno sí puede hacer más grata la espera viendo la ensenada de Aldán sobre todo estos días, con el fastuoso yate de Amancio Ortega, fondeado en su ría.
El próximo 15 de septiembre, el Bar Muelle cerrará y con él medio siglo de la vida de Aldán. Pero Diego Bermúdez no quiere hacer historia, su voluntad es cerrar sin ser noticia, aunque como dice José Enrique Sotelo, que habla como vecino y asiduo a este local, no como exalcalde y político,"forma parte de la historia de muchas personas...al menos la mía que voy todas las noches, verano e invierno".
Reconoce que Diego Bermúdez ha ayudado a que muchas persona conozcan Aldán y la gastronomía más peculiar de Galicia: "Es un currante y un discreto profesional como la copa de un pino".
El negocio va a continuar a pocos metros, aunque los asiduos saben que no va a ser lo mismo, ya no se irá al muelle y la "mesa de los Apóstoles" no se sabe dónde acabará.
¿Y todo este cambio por qué? por el final de una concesión de Portos y una ley que no sabe de indultos. Al antiguo kiosco, "O de Diego" o Bar Muelle, como le llaman, le llegó su jubilación, casi sin avisar y trabajando al mismo ritmo frenético. Lo hace como el de un gran restaurante que tiene las mejores valoraciones en las redes sociales, pero que el Plan de Usos del Puerto de Aldán le ha puesto fecha de caducida.
