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Al café con el loro a cuestas

Hugo Olivera, vecino de Cangas, se pasea con su guacamaya por el municipio

Hugo Olivera con su loro guacamayo "Perla" al hombro en una terraza de Cangas. // FDV

Al más puro estilo pirata se pasea Hugo Olivera con su loro por las terrazas de Cangas. Su guacamaya, "Perla", se ha acostumbrado a tomar el café con él. Comparten a diario largos paseos por el municipio en los que siembran sorpresa y desconcierto en los ojos de los viandantes.

Su historia con este animal, original de Sudamérica, empieza hace dos años. Debido a un viaje familiar se desplazaron hasta Madrid. Aprovechando la visita se acercaron hasta el Zoo Aquarium de la capital. Allí empezó el idilio de Olivera y su familia con estos animales: "Nos enamoramos de ellos nada más verlos", declara.

No se lo pensó. Buscó criadores de guacamayos a lo largo de toda la geografía española y al final dio con uno dispuesto a vender a uno de estos animales. En agosto, se cumplirán dos años desde que "Perla" llegó a su casa de San Roque do Monte. Olivera asegura que lo que más le sorprende es que en este tiempo "se ha acostumbrado con mucha facilidad a tratar con las personas".

Tan bien se ha acostumbrado que son muchos los vecinos los que se acercan a saludarla sin que el animal apenas se inmute. Pero, los más pequeños, son los que más se sorprenden cuando ven a Olivera con su pájaro en hombro: "Ayer mismo estábamos paseando y vimos a un grupo de niños, alucinaron al verme pasar con"Perla", señala.

Como gran amante de los animales, una de las cosas que le hizo decidirse a tener un loro fue la alta esperanza de vida que tienen estos animales. Los guacamayos pueden llegar a sobrepasar los 70 años de edad. Esto le llevó a pensar que este pájaro sería "una buena herencia" que dejarle a su hijo. Según su padre, el pequeño de 10 años está encantado con tener a este animal correteando como un compañero más de juegos por su domicilio.

El cariño y el respeto por los animales es uno de los valores que Olivera intenta transmitir a su hijo con "Perla". Además, también tienen varios perros que le ayudan en esta tarea aunque, como señala Olivera, "lo que peor llevo de tener estas mascotas es que se mueran pronto". Algo que no le pasará con esta guacamaya a la que ya le han enseñado, como a todo buen loro que se precie, sus primeras palabras. Por el momento, chapurrea holas y adioses y ha aprendido a pedir de comer y de beber cuando lo necesita.

Los paseos de Hugo y "Perla" se han convertido en algo habitual en las calles del municipio y han conseguido darle un toque de color a la fauna de la localidad y despertar el interés de los vecinos.

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