Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Actos del Día de la Mujer · Homenaje a las costureras de Bueu

Manos de reina en tiempos de miseria

Bueu homenajea hoy en su Gala da Igualdade a once veteranas costureras del municipio

Manos de reina en tiempos de miseria

Vivimos en unos tiempos y en una sociedad que nos han acostumbrado a la (in)cultura del usar y tirar, con modas que cambian en un abrir y cerrar de ojos. Esto afecta a todos los ámbitos de la vida cotidiana y muy especialmente al vestir. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo no tan lejano en el que no había grandes cadenas de distribución como las de hoy y en el que comprar en las que ya existían era un lujo al alcance de pocos. Un tiempo en el que no se tiraba nada, en el que se zurcía y remendaba todo. Una, dos, tres y las veces que hiciese falta. Bien lo saben Teresa González Soliño, Josefa Menduíña Pérez, Efigenia Molares Villanueva, Mª Ángeles Fariña Pérez, Mª del Carmen Gómez López, Asunción Santomé Parada, Angelina Otero Estévez, Benita Santos Villanueva y Consuelo Graña Moldes.

Todas ellas fueron costureras. Todas recorrieron los caminos de Bueu con sus máquinas de coser a cuestas o sobre la cabeza, máquinas de hasta 25 kilos de peso. Todas ellas aprendieron el oficio en tiempos muy diferentes a los actuales. "Un tempo de moita miseria. Non se tiraba nada, todo se reparaba e remendaba as veces que fixera falla", recuerdan. Ellas personalizarán el homenaje que brindará hoy el Concello de Bueu al colectivo de las costureras en la novena Gala da Igualdade, a las 18.00 horas en el Centro Social do Mar. La más joven supera los 70 años de edad y la más veterana, Efigenia Molares, ya está en los 91. Efigenia se puede considerar casi la decana de las costureras de Bueu. Esta vecina de Beluso llegó a tener un taller propio con hasta quince aprendices dispuestas a aprender este oficio. "Por alí pasaron centos de mulleres. Algunhas das que foron as miñas alumnas teñen hoxe máis de 70 anos", recuerda.

Las homenajeadas contarán su experiencia a través de un video que se proyectará durante la gala, una grabación en la que hablan desde sus inicios hasta las tendencias del vestir actual. Unos inicios que son prácticamente coincidentes en todos los casos. "Empezabas moi nova, normalmente entre os 8 e os 12 anos. Ao principio estabas nalgún taller e alí facías de todo porque naquel momento non había ningún sitio onde comprar", rememoran. Primero empezaban con cosas pequeñas, como realizar bastas, hilvanes, ojales, remiendos... Luego se pasaba a la ropa. Desde lo más básico, como la ropa interior, fundas de colchones, sábanas o paños para la cabeza hasta llegar a los vestidos. "Eran os estudos que tiñamos. Saías da escola e algo tiñas que facer: ir para a fábrica, traballar na finca ou aprender para costureira. As que cosíamos eramos case unhas privilexiadas", explica María Ángeles Fariña.

Privilegiadas solo hasta cierto punto. Las que no trabajaban en talleres tenían que desplazarse a las casas donde fuesen requeridas, llevando siempre a cuestas o sobre la cabeza su máquina. "Había que ir por camiños intransitables, cheos de auga e pedras e ao final chegabas coa espalda dobrada", coinciden. Algunas, como las de Beluso que debían bajar a Bueu, llegaban a realizar cerca de 30 kilómetros al día caminando, con dos viajes de ida y vuelta diarios. Todo esto sin descuidar el resto de labores y trabajos domésticos. La propia Ángeles recuerda que se acostaba a medianoche y se levantaba a las seis de la mañana. "Había catro vacas que atender, facer a comida para os homes que viñan do mar, vender as nécoras que traían e cando ía coser levaba as fillas conmigo", explica. Una vez una de sus hijas estuvo gravemente enferma y se pasó tres meses hospitalizada. Ángeles se llevó el trabajo al hospital mientras cuidaba de ella y allí acabó realizando encargos para las enfermeras y comadronas. Ya entonces los médicos le advertían que aquel no era un buen ritmo de vida. "A vida foi unha escravitude", sentencia.

Coser hasta en la isla de Ons

Con la máquina a cuestas había que ir a donde fuese necesario. Incluso hasta la isla de Ons, como recuerda Carmen Gómez. En la isla incluso organizaban un concurso para elegir el vestido más hermoso. Carmen bordaba muy bien, pero no guarda buenos recuerdos de Ons. "Teño pasado alí o inverno. Unha vez quedei alí atrapada e eu choraba con solo mirar para as luces de Bueu. Pensaba para min 'quen fose gaivota para poder volver voando'. Despois dun daqueles temporais decidín que non volvía máis", afirma la veterana costurera.

Hoy es muy fácil comprar cualquier prenda de ropa a muy buen precio en una tienda o en una de las renombradas cadenas de distribución. Cosa distinta es su calidad. Efigenia Molares, a sus 91 años, es concisa y contundente: "O que non costa non vale". Una afirmación que completa Consuelo Graña: "Esa roupa non é boa, é de usar e tirar porque lle falta calidade. Si que hai boa roupa, pero hai que pagala", insiste.

Efigenia hace especial mención a los materiales con los que trabajaban, tejidos con mucha calidad y resistentes. En su taller se hacía de todo. "Eu facía dende vestidos de festa a traxes de noiva... con cola e todo", reivindica. A veces había que velar [hacer guardia] hasta altas horas de la madrugada. "Temos quedado ata as tres da mañán. Chegamos a facer ata 14 vestidos nunha semana", recuerda la decana de las homenajeadas esta tarde en Bueu.

Compartir el artículo

stats