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El sueño de una noche de verano

El puente del Pilar permitió una prolongación del estío en A Praíña, que recibió desde mayo a unas 30.000 personas y a alrededor de 3.000 en acampada itinerante

A Praíña, en una concurrida jornada de la temporada.

Corría la década de los 80. A las orillas del Ulla, alguien soñó con ver nacer un lugar en el que las familias pudiesen acampar para disfrutar de la frescura del río, con un cielo cuajado de estrellas como único manto en las noches más cálidas del verano. En los noventa, el sueño quiso convertirse en realidad, pero se desvaneció al chocar contra una línea de alta tensión que, aunque también terminó esfumándose con el paso del tiempo, dejó la ensoñación como un bonito recuerdo. Décadas después, los integrantes de la asociación Entre as Pontes quisieron revivirlo. Se afanaron en devolver a A Praíña el esplendor de antaño. Su entrega se vio recompensada con estampas de risas y juegos en el agua, de animado descanso sobre la hierba. Y fue así como regresó aquel sueño de una noche de verano, el que han podido hacer suyo los alrededor de 3.000 campistas que este verano se beneficiaron en la parroquia estradense de Couso -justo en el límite con Pontevea- de un amplio espacio pensado para la acampada itinerante.

El verano de 2020 marcará un antes y un después en la historia de A Praíña. El deseo de disfrutar de espacios al aire libre y cercanos, dada la situación sanitaria, llevó a muchos a buscar parajes como este para disfrutar de los días de estío. Los datos que baraja Entre as Pontes apuntan a que alrededor de 30.000 personas pudieron disfrutar de este privilegiado entorno desde el 1 de mayo hasta el puente del Pilar, que brindó un verano extendido a este recinto. Naturaleza, chapuzón de agua dulce, arte sobre el río, zona de playa, aparcamiento, servicio de bar y comidas, pulpería, música, zona de acampada kayak y pádel surf. ¿Se puede pedir más?

Desde la citada asociación, Pedro Castañeda precisa que se posibilita la acampada itinerante en un recinto de unas 3,5 hectáreas cerradas. Los campistas pueden decidir si utilizan este espacio solo durante el día o si pernoctan con sus caravanas, furgonetas o tiendas de campaña. Eso sí, si lo hacen, no pueden superar las 48 horas. Aquellos que pasan la noche en A Praíña tienen la oportunidad de realizar un donativo voluntario a la asociación que mantiene todo el entorno y que paga por el uso de estas propiedades. "Nos interesa facilitar la estancia y que conozcan el sitio, que lo valoren. Es un modo de dinamizar la zona", incide Castañeda.

La zona de acampada no tiene, por el momento, luz ni agua. No se piensa en esta actividad como un negocio, ni mucho menos, ni se espera que un día se convierta en un camping al uso. Ese tren ya pasó. Sin embargo, si se intenta que el tirón que está demostrando el entorno permita seguir beneficiando a toda la red comercial y hostelera de proximidad. "Esto es dinamización económica, ni más ni menos", apunta Pedro Castañeda, consciente de que Entre as Pontes pasa el trabajo para que sean otros los que le saquen el provecho. Sin embargo, el deseo de la asociación es que cada vez sean más los que disfruten de todo el espacio natural que sirve de fondo al puente medieval de Pontevea, Bien de Interés Cultural (BIC) que comparten A Estrada y Teo.

"De cara al año que viene intentaremos tenerlo más reglado. Esto está empezando. Hay mucho que mejorar pero tiene buenas perspectivas", indica Castañeda. No hace falta que lo jure. El aparcamiento siempre hasta la bandera y la zona de hierba repleta de toallas, con gente disfrutando del río, no dejan lugar a la interpretación. Calcula que los domingos, el constante ir y venir situaría la afluencia media en este enclave por encima de las 500 personas, con alrededor de 300 entre semana. Algunos se decantaron por el baño, otros por disfrutar sobre la hierba de la frescura del río, por avanzar por las aguas abordo de una canoa o por dormir a pierna suelta escuchando el arrullo del Ulla. Todos ellos compartieron en este atípico 2020 el sueño de una noche de verano.

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