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Plantarse para ganar vida

El estradense Óscar Fernández dejó su empleo tras 15 años para apostar por la horticultura a través de su proyecto É Vida, con el que sirve verduras frescas a particulares y pequeñas tiendas del entorno

Óscar Fernández Cutrín, en su huerta de la parroquia estradense de Paradela. // Bernabé/Cris M.V.

Hay momentos en los que uno necesita variar el rumbo, dar un giro a su vida. En ocasiones es preciso romper, renacer o reinventarse para poder crecer. El estradense Óscar Fernández Cutrín se plantó. Casi literalmente. Llevaba 15 años trabajando en una empresa y necesitaba un cambio. Lo encontró en la tierra y en la oportunidad de convertir en su profesión algo que verdaderamente le apasiona. Hace tres años apostó por É Vida, un proyecto con el que sirve verduras frescas de su huerta a particulares y pequeñas tiendas del entorno.

"Se puede vivir de esto, sí; es muy esclavo, también", explica Óscar. Sin embargo, asegura que la horticultura para él no es verdaderamente un trabajo, sino algo que disfruta como si de un hobby se tratase, aunque busque también en él un modo de poner el pan en la mesa. Lleva tres años apostando por la huerta en la parroquia estradense de Paradela y este es el primero en que comienza a percibir los brotes verdes de los beneficios.

Cuando superó el vértigo de dejar su empleo habitual y apostar por vivir del campo, el primer paso que dio este emprendedor fue la formación. Realizó cursos de agricultura ecológica, conservas o apicultura. Deseó en un primer momento dedicarse a la elaboración de cestas para particulares pero pronto se dio cuenta de la dificultad de tener, él solo, cantidad y variedad para este tipo de oferta.

"Vas aprendiendo lo que se vende mejor en determinadas zonas", por ejemplo, explica. Además de servir a tiendas en Santiago y A Estrada, Óscar pasa a sus clientes particulares una lista con todos los productos de que dispone en cada momento para que puedan realizar su pedido. Confiesa que lo ideal sería tener una cartera de clientes fiel a los que llevar sus verduras con una periodicidad fija. Todo llegará.

En un momento dulce, en el que recoger el fruto del esfuerzo realizado a lo largo de los meses de primavera y verano, este productor estradense explica que lanzarse a la aventura de vivir de la huerta no le dio miedo. Prefirió hacerlo sin subvenciones, para apostar por su sueño con entera libertad. "No volvería atrás porque metí aquí mis ahorros y mucho esfuerzo", asegura.

Óscar no le echa cuentas a su jornada laboral. Confiesa que se ha comprado una linterna de las que se usan para la práctica de senderismo para ganarle tiempo de luz al día, en especial ahora que anochece antes. Trabaja unos 4.000 metros cuadrados de huerta, además de atender a los animales y de hacerse cargo de mantener varias hectáreas de terreno. Su día a día comienza alrededor de las 06.30 horas, 'fichando' en su oficina al aire libre tan pronto como deja a sus hijos en la parada del autobús escolar. Recoge a primera hora de la mañana las verduras que llevará poco después a tiendas o particulares, que esperan en su entrega ese marcado sabor real. Que el consumidor sepa valorar que un tomate sepa verdaderamente a tomate ya es para él toda una recompensa.

La variedad es amplia en esta huerta de Paradela. Coliflor, tomate, repollos de distintas clases, lombarda, brócoli, coles de Bruselas, calabaza, puerro, boniato, cebolla, patata... De algunas verduras son muchas las plantas, de otras, menos. La demanda manda.

Cuando se le pregunta por el nombre de su proyecto empresarial con los pies en la tierra, É vida, este emprendedor explica que la idea se la dio una diseñadora. Encontró en el nombre su propio sentir y toda una declaración de intenciones. "Para mí es vida. Para mí es salud. Tengo claro que la alimentación es un punto débil y el estrés otro", apunta. Óscar Fernández no solo encontró en esta apuesta un modo diferente de ganarse la vida sino también un modo distinto de vivirla. Explica que la huerta provocó en él hasta un cambio de alimentación y se muestra convencido de que conocer de dónde viene todo lo que se pone en la mesa debería ser un asignatura en los colegios. Pone el acento en que alimentarnos es algo que todos hacemos cada día, sin que se nos enseñe en profundidad desde que somos pequeños a cómo hacerlo de manera saludable.

Con tres años de experiencia y a la vista de los primeros beneficios, la pregunta es obligada. La respuestas de Óscar es que no daría marcha atrás, que repetiría su apuesta. "Al principio te vuelves loco si una cosa no funciona; pasas momentos muy fastidiados", asume. Su apuesta por el campo da ahora sus primeros frutos. Este trabajador los sirve frescos, recién recogidos de su huerta. Comida real nacida del esfuerzo de gente real, de la que regatea horas al día para conciliar, ganarse el sustento e irse a la cama cansado pero satisfecho. Gente real que supera sus miedos y da el salto, con los pies en la tierra y saboreando la victoria de poder vivir de ella.

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