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El mercado inmobiliario

Las Rías Baixas y Santiago concentran la compra de segunda vivienda de los dezanos

El perfil del cliente es el de empresario y emigrante retornado -Los precios igualan a los de pisos embargados

Vista del casco urbano de O Grove, uno de los destinos de compra de los dezanos. // Miguel Muñiz

Es un mercado minoritario, pero la adquisición de una segunda vivienda fuera de la comarca dezana logró mantener el tipo después de la recesión económica. Más que nada, porque el vecino que busca un hogar de veraneo o de fin de semana es un empresario o un emigrante con una situación económica desahogada, "que o bien quiere invertir para alquilar o para disfrute propio", indican desde la inmobiliaria Parque 7, de Silleda. En este negocio detectan que en los últimos tres años hay un repunte de la demanda de segunda vivienda más allá de las fronteras de Deza. Los clientes preguntan por pisos nuevos o de segunda mano en localidades de las Rías Baixas como o Grove, Sanxenxo o Portonovo, amén de enclaves en la Ría de Arousa como Boiro. Esta villa tuvo cierto boom entre los dezanos ya antes de la crisis. Ahora, el interés por los pisos en las zonas costeras es tan grande a escala gallega que en lugares como Vilanova de Arousa no había ningún piso disponible el año pasado.

Mientras los precios de la vivienda se desplomaron durante los años más duros de la recesión económica, en la costa lograron mantenerse e incluso, con esta demanda, parecen repuntar. Los clientes dezanos pueden encontrar pisos en la playa por unos 80.000 ó 90.000 euros en la citada Vilanova o en A Illa de Arousa, que lleva ya varios años de moda como destino turístico. Los precios se disparan a la hora de hablar de otros puntos como Sanxenxo o, ya en el interior, Santiago de Compostela. La capital gallega está sufriendo una auténtica vorágine, no tanto por el alquiler de viviendas a estudiantes universitarios (unos inquilinos que están en franca recesión por la caída demográfica y la falta de empleo), sino por la proliferación de pisos turísticos, y más ahora en la recta hacia el Xacobeo 2021. Desde la inmobiliaria silledense citan casos de vecinos dezanos que han logrado comprar un piso en Compostela por la friolera de 300.000 euros, y después de haber estado buscando durante tres años.

El tirón que está viviendo Compostela también se detecta desde Inmobiliaria Costa, en Lalín. Los precios que puede encontrar un vecino dezano en la ciudad santiaguesa van a variar en función del estado y la ubicación del piso, con precios que pueden estar en unos 80.000 euros (a los que hay que añadir casi otros 40.000 para la reforma) o los 170.000.

Esta empresa apunta cierto cambio a la hora de buscar una segunda residencia: si antaño el cliente se acercaba a una inmobiliaria para buscar piso cerca de la playa, ahora prima la selección a través de los bancos y su bolsa de pisos embargados. Así que lo que hace otra inmobiliaria lalinense, Inverdeza, es dar de alta al cliente en la aplicación de estos pisos confiscados, ya que uno de los problemas para vender pisos en la costa sería la organización de las visitas a la vivienda en cuestión. Eso sí, en Inverdeza han entrado personas interesándose por hogares disponibles en Sanxenxo o Portonovo.

A pesar de ese reclamo que puede suponer un piso embargado, tanto desde Inmobilaria Costa como desde Parque 7 alertan de que las condiciones han cambiado, y mucho, en comparación con los años de la crisis. En la actualidad, el precio que puede marcar una entidad bancaria por un piso de este tipo ya no está muy por debajo del que puede ofrecer un mediador entre la persona que desea vender su piso y la que quiere comprarlo. "Ya no existen gangas, ahora los bancos ya no tiran los precios", recalcan desde la empresa trasdezana.

Además, a la hora de adquirir un piso embargado como indican desde Costa, el nuevo propietario puede toparse con sorpresas como que el anterior dueño no abonó los recibos del IBI, de modo que tendrá que abonarlos debido a la responsabilidad subsidiaria que marca la normativa. Hay, también, el riesgo de que el nuevo dueño halle daños internos en el piso embargado, provocados por los anteriores ocupantes antes de tener que abandonar la vivienda. Esos daños ocultos pueden obligar, muchas veces, a tener que invertir un dinero que recorta la diferencia con un piso similar comprado a través de una inmobiliaria. "Hay también la amenaza de que al entrar en el nuevo piso, el actual propietario tenga visitas inesperadas de acreedores del anterior dueño".

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