-¿De dónde le viene el sobrenombre de Topo?

-Eso fue cuando jugaba al balonmano en Lalín. Uno que se llama José Nistal fue el que me lo puso porque entonces no había lentillas ni nada parecido y yo tenía que jugar sin gafas. Sin ellas no veías un balón a tres pasos y, además, como el pabellón como estaba tan bien iluminado aquello era algo fantástico. Nistal fue el que me dijo un día que parecía un topo sobre la pista y yo para que el apodo no se volviera contra mi lo acogí de buena gana. Le contesté que sí, que era un topo, y así conseguí que se parara el rollo que se traía con el tema. Al final, se convirtió en nombre artístico.

-¿Jugó durante mucho tiempo en el Balonmán Lalín?

-Sí que jugué, la verdad. Estuve jugando unos cuantos años. Soy de la quinta de jugadores como Budi, el pequeño de los Chamorro, Currás y de toda esa gente. La verdad es que nos lo pasábamos muy bien porque el balonmano es un deporte muy divertido. Todo el mundo sabe que el balonmano en Lalín es un deporte con muchos seguidores y eso se debe a lo bien que lo llevan desde hace tanto tiempo. Lo que pasa es que llega un momento que lo tienes que dejar, claro. Es como todo.

-En su caso, ¿cuál fue el motivo para dejar el balonmano?

-Alguna vez te siguen tentando para que vuelvas a jugar y no es fácil decir que no. Eso es cierto. Lo que pasa es que lo único que ves a estas edades son cosas como meniscos externos desgarrados y otras cosas parecidas. Así que, me dije que por un día paso totalmente por si acaso. Tengo que reconocer que me encanta jugarlo pero son deportes que te exigen estar muy bien físicamente. A pesar de todo, estoy bastante bien en cuanto a lo físico porque hago yoga, pilates, etcétera. Sin embargo, para el balonmano y todo eso no porque te arriesgas a una lesión importante de las que suceden cuando juegas ahora. Estamos en una edad en la que no podemos rompernos nada.