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De visita con la desbrozadora

La maleza y el abandono esconden el área de descanso al borde de la PO-841 en Couso

Detalle del mapa que sitúa al viajero en el entorno que baña el río Ulla

Es una selva. Tanto, que hasta cuesta imaginar qué esconde en su interior. Viajando de A Estrada en dirección a Santiago solo es posible descubrir este paraje si uno hace caso a la señal que anuncia un área de descanso a mano derecha, a la altura de la parroquia de Couso. Tomado el desvío, el entorno sorprende, ya que para nada se intuye su presencia desde la PO-841. Cuando el viajero se apea del coche no tarda en ser consciente de que el disfrute de este paraje solo es apto para quienes puedan ir abriéndose camino a golpe de hoz.

La maleza y el abandono camuflan un espacio que tiene un gran potencial como área de esparcimiento. Además de servir para que los conductores detengan la marcha, estiren las piernas y se tomen un descanso en su recorrido, el lugar elevado que ocupa este entorno sobre las tierras que baña el Ulla, la sombra que brindan sus árboles o las propias dimensiones de esta zona verde bien podrían convertirla en punto de reunión para familias dispuestas a disfrutar de un almuerzo campestre cualquier día que se tercie.

Este área de descanso está separada por un seto vegetal de la PO-841 y se abre, por el extremo opuesto, a un tramo antiguo de la carretera que une A Estrada con Santiago. Tiene tres accesos, aspecto que ya permite hacerse una idea de que no es, ni mucho menos, reducida. Desde la asociación Entre as Pontes -utilizó su perfil en Facebook para hacerse eco del mal estado en que se encuentran estas instalaciones- se precisa que tiene más de 400 metros de largo.

Al avanza,r siguiendo las evidentes huellas de la absoluta falta de mantenimiento, uno puede ir descubriendo una sucesión de mesas. Rondan la docena pero escoger una que invite a sentarse y sacar la fiambrera es una misión imposible. Las zarzas devoran la estructura de buena parte de ellas. En su día fueron verdes. Hoy, este color se camufla entre los líquenes, la suciedad y el deterioro de la madera.

Peor suerte, si cabe, corrieron las barbacoas. De ellas solo quedan las piedras que en su día debieron servir de base para colocar las parrillas. Entre la maleza luce también una estatua -hace referencia a la Reina Lupa, explican desde Entre as Pontes- e, incluso, un mural que muestra, a quien quiera imaginar qué hay debajo de su pátina de abandono, el entorno del Ulla, con referencias a Pontevea, A Burga o Castro de Reis, por ejemplo.

Es fácil comprender por qué este espacio no tiene usuarios. Sencillamente porque no se puede utilizar. No se trata de un área de descanso habitual. Tiene árboles de porte, con zonas de sombra y espacios amplios. A su lado hay superficie bastante para aparcar, camiones o turismos. Sin embargo, al verla, no queda más remedio que continuar el camino. Su falta de mantenimiento cuestiona quién tiene competencias sobre este paraje. En realidad, poco importa. Es de todos pero no es de nadie.

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