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La Baixada do Umia logra su reconocimiento internacional

La emblemática prueba podrá cursar invitaciones a clubes foráneos en próximas ediciones

Salida del C-1 en la última Baixada del Umia, en la que cumplió los 25 años de existencia. // Iñaki Abella

Es una de las pruebas más emblemáticas del piragüismo en la provincia de Pontevedra, y desde esta semana, ya tiene el título de internacional, es decir, puede abrirse a la participación de clubes de toda Europa. La Baixada do Umia, que nacía de la mano del Náutico O Muiño de Ribadumia, a tardado 26 años en conseguirlo y trabaja con el objetivo de hacerlo realidad este mismo año, aunque en el club organizador son conscientes de que, en 2020, es un tanto complicado que se pueda contar con palistas de otras latitudes, en especial, portugueses.

Así lo reconoce su responsable técnico, José Manuel Vázquez, que ayer se mostraba satisfecho de que "se nos abra esta puerta, ya que es una posibilidad de crecimiento para esta prueba en la que han participado, alguna vez en su carrera deportiva, casi todos los grandes piragüistas de Galicia". Este año, el descenso del río Umia se celebrará el 14 de junio, aunque Vázquez no descarta adaptarla en el calendario en futuras ediciones si eso garantiza la presencia de nombres importantes de la flota internacional. "Eso es algo que tendremos que estudiar de forma pormenorizada, porque está claro que queremos que participen clubes extranjeros y que la prueba se vaya conociendo", reconoce .

El nacimiento de la Baixada do Umia se remonta a la propia creación del club. En aquel momento, un grupo de personas decidió recuperar el antiguo club de piragüismo que había existido en Ribadumia en la década de los 60. En esa idea se volcarían José Manuel Vázquez y Rafael Louzán, que se convertiría en el primer presidente de la entidad. Ese mismo año, decidieron poner en marcha una prueba que resultase atractiva tanto para los piragüistas como para los espectadores, y así nació la Baixada. El primer descenso se hizo desde la sede actual del club, en las inmediaciones del refugio de Cabanelas, hasta Castrelo y regreso, logrando la victoria el Náutico de Crestuma portugués, ya que al ser amistosa, acudieron clubes de más allá del Miño.

Esa opción se extendió durante un par de años, hasta que se decidió buscar una mayor espectacularidad. A partir de ese momento, la prueba comenzó a disputarse con salida en Caldas y final en Cabanelas, un recorrido que se acortó a los pocos años, al situar la salida en la playa fluvial de Portas. Desde allí hasta el refugio de Cabanelas había 14 kilómetros llenos de presas que obligaban a los participantes a realizar porteos o a correr el riesgo de lanzarse y quedar varado viendo como se escapaban los rivales. Ese tramo fue el que más se repitió hasta el pasado año, cuando la organización decidió darle un cambio y regresar a los orígenes, decisión que se vio influenciada por el abandono en el que las administraciones han sumido el cauce del río, lleno de árboles arrastrados por la corriente y maleza.

El nuevo recorrido, sin la espectacularidad de los saltos y los porteos, gana en velocidad y ofreció el pasado año duelos atractivos, por lo que se mantendrá en futuras ediciones

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