A pocas horas de la puesta en marcha del marcaje obligatorio para controlar el horario laboral, comienzan los primeros problemas en la comarca de O Salnés, especialmente por tratarse de una zona con un alto porcentaje de empleo en el sector de hostelería, comercio y servicios, donde la norma no escrita es el exceso de horas de trabajo. El secretario comarcal de CIG, Xoán Xosé Bouzas, denuncia la existencia de presiones en varias plantillas para que firmen "horarios ficticios" bajo la amenaza de despidos en el caso de que los trabajadores no acepten.

El sindicalista manifestó ayer que ya ha recibido las primeras quejas porque hay empresarios que juegan con la picardía y obligan a sus trabajadores a realizar una hora y media más diaria. "Una empresa de la comarca le dio a firmar a los trabajadores un papel con una jornada de 8 horas, pero les obliga a realizar 9 y media. Y les amenaza con el despido si no firman el horario ficticio", puso de manifiesto.

Este ha sido el caso más grave, pero no el único, ya que a la consultoría sindical acudieron otras plantillas, como el caso de una empresa con 35 empleados que les ha puesto un planillo para que escriban sus nombres y apellidos, horario de entrada y salida y su firma. En principio, la medida debería ser correcta mientras la empresa no encuentra un sistema más efectivo. Pero el problema es que, al ser tantos los que firman a la misma hora, hay gente que, a pesar de haber llegado a su hora completa sus datos casi 15 minutos más tarde.

En otra fábrica, con más de cien personas, se establece un descanso de 20 minutos para el bocadillo y, aunque tienen un reloj para fichar, los trabajadores no quieren pasarse el tiempo de descanso en el turno para formalizar la salida y la entrada.

"Estas consultas y reclamaciones son las primeras que han llegado al sindicato desde el pasado viernes. Son unos ejemplos concretos, pero hay muchos más problemas. Los trabajadores del comercio, la hostelería, el transporte y la ayuda en el hogar, pertenecen a un sector muy precarizado y, por lo general, duplican las horas de trabajo que marcan sus contratos. La medida implantada por el Gobierno en plena época electoral no tendrá ninguna efectividad si no hay un seguimiento por parte de la Inspección de Trabajo. Al final, el sistema de marcaje acabará trucado porque la mayor parte de los trabajadores no va a denunciar por miedo al despido", sentenció Xoán Xosé Bouzas.

El representante de CIG aboga por un sistema de control del horario laboral por huella o reconocimiento facial que resulta más efectivo y más difícil de falsear, y también demanda una mayor implicación a través de la Inspección de Trabajo.

En la actualidad, para toda la comarca hay tres inspectores de trabajo que pueden dedicar un día a la semana para hacer visitas a las empresas, ya que el resto lo reparten en otras tareas de su función. El sindicalista considera que son pocos efectivos para el trabajo de control que deben realizar en las numerosas empresas.

Medida anacrónica

La medida adoptada por el Gobierno tampoco convence al presidente de la Federación Comarcal de Empresarios de Arousa, Feca, y vocal de la Cámara de Comercio, José Luis Vilanova, quien opina que es anacrónica porque no se ajusta a las nuevas modalidades laborales del siglo XXI.

"La forma de trabajo de hoy en día es diferente, muchos empleos ya no son presenciales, o al menos no en todo el horario, debido a la incorporación de las nuevas tecnologías. Hay mucho home office, show room office, que no requieren acudir a un centro de trabajo. Será complicado hacer un control. Por eso creo que es anacrónica", expuso Vilanova.

El presidente de Feca entiende que, a pesar de esto, las empresas tendrán que ir adaptándose a la nueva norma. "Las que tengan menos capacidad, realizarán el control de forma manual y las que disponen de más medios instalarán otros sistemas. Cada vez nos imponen más obligaciones. El resultado habrá que verlo dentro de un tiempo", apuntó.