El fuego se ha convertido nuevamente en triste protagonista. Nada menos que la catedral de Notre Dame, un símbolo de la arquitectura gótica y de la religión cristiana, se ha visto devastada por las llamas. Horas de angustia y desesperación para buena parte de la humanidad testimoniadas por miles de personas desde las orillas del Sena.

Allí, entre los muchos que lamentaban tal catástrofe para el patrimonio de París y del mundo entero, también hubo presencia arousana. Juan Manuel Dios Oubiña experimentó personalmente la devastación del templo. El que fuera alcalde de Vilanova de 1991 a 1995 y de A Illa de Arousa de 1995 a 1997 vive a solo 15 minutos caminando de la isla de la Cité y no dudó en acercarse para vivir una imagen dantesca.

"Me acerqué a las diez de la noche del lunes y todavía seguía ardiendo. Había muchísima gente concentrada llorando, rezando y lamentando una tragedia tan enorme. Todo era muy desagradable. Se te derrumbaba el corazón estando allí", apuntó.

Profesor de español en la capital francesa gracias a un programa del Ministerio de Educación destinado a mantener la lengua y la cultura de raíz entre los emigrantes y sus descendientes, reconoce que "ver como se destroza un monumento de tal belleza conmueve a cualquiera, más allá de ser creyentes o no. Es una pérdida que difícilmente es reparable y una desgracia en lo cultural, en lo artístico, en lo religioso y en la historia de una ciudad, de un país y hasta diría de la humanidad".

La angustia era todavía más palpable a pies del templo en la noche del fatídico lunes. Reconoce Manuel Dios que "el incendio todavía no estaba controlado y no se descartaba el derrumbe de toda la estructura de Notre Dame. Todos los parisinos estaban pendientes y cuando se derrumbó la techumbre y la aguja fueron momentos de contener el aliento. Todos esperaban que aquello no fuese a más, pero la sensación de dolor era enorme. La tristeza que había en aquellos momentos te helaba por dentro".

Manuel Dios también estaba en el momento en el que toda la multitud aplaudió y vitoreó la excelente labor que estaban desempeñando los bomberos parisinos, "fue emocionante. Ver como están luchando contra lo que estaba sucediendo y todo el significado que había detrás de ese esfuerzo les convirtió en héroes. Todos alababan su labor y el esfuerzo. La zona estaba acotada y sentir las ganas de querer ayudar, pero ser incapaz de hacerlo, se palpaba en el ambiente".

Al día siguiente, y ya con las llamas totalmente extinguidas, la solidaridad sobrepasó incluso a la magnitud de la tragedia. "Se convirtió en un asunto de Estado. El presidente Macron asumió las riendas del desastre y prometió que en cinco años estaría rehabilitada la catedral. Las grandes fortunas y las grandes empresas ofrecieron respaldo económico. Ha habido donaciones de muchísima gente, incluso muchas empresas se han ofrecido a donar todo el material necesario para la reconstrucción de Notre Dame".

Residente desde hace cuatro años en París, Manuel Dios incluso considera que el desastre ha tenido un efecto conciliador y de unión de toda Francia, "es un país actualmente muy fracturado social, cultural y económicamente. Ahora se percibe una gran unión y de implicación máxima de mucha gente".