Hace más de un año, las puertas del centro de usos náuticos de A Illa abrían sus puertas para una multitudinaria inauguración en la que participaron los concejales del grupo de gobierno y la propia presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva.
Sin embargo, aquella apertura de puertas fue casi una anécdota, ya que las dependencias han estado cerradas hasta hace tan solo un mes y medio. En las últimas semanas, las dornas de la Escola de Navegación Tradicional ya han llegado a O Bao, mientras que Piragüismo guarda en las dependencias algunas piraguas y las furgonetas, pero todavía mantiene su actividad habitual en las dependencias de A Canteira.
La segunda de las entidades ya ha ocupado prácticamente todo el espacio que le corresponde, al haber trasladado gran parte de su flota desde la zona de O Naval, donde disfrutaba de un bajo muy amplio para realizar el mantenimiento de sus embarcaciones, a O Bao, donde se guarecen ahora las dornas que posee.
Además de la dotación de mobiliario para el edificio de usos náuticos, el Concello también ha aprobado una partida de 35.000 euros para dotar con máquinas un gimnasio que se pretende ubicar en las dependencias de este centro. Además, también se han trasladado a esas instalaciones de O Bao actividades como gimnasia de mantenimiento.
El Centro de Usos Náuticos es una de las viejas reivindicaciones de las entidades de deportes náuticos de A Illa. No en vano, Piragüismo y Dorna llevan décadas sobreviviendo sin unas dependencias dignas para albergar su actividad y, tras varios proyectos fallidos en diferentes puntos del litoral de A Illa, han conseguido que sea en O Bao.
La construcción del emblemático edificio se realizó en un terreno de titularidad municipal y el inmueble consta de dos partes diferenciadas, la dedicada a la navegación tradicional y a piragüismo, además de varios espacios comunes. El inmueble ha sido diseñado, incluso, para crear una gran plaza en su exterior que puede acoger conciertos, ya que las paredes están articuladas en forma de graderío. La edificación culmina con una gran vela para designar el tipo de actividades que se realizan en el interior de las instalaciones. El proyecto tuvo que esquivar muchas trabas prácticamente desde el primer minuto ya que la empresa que ganó el concurso para su diseño, acabó renunciando. Las obras comenzaron cuando Rafael Louzán era todavía presidente de la Diputación, comprometiéndose Silva a finalizarlas.
