Cuando el Consello Regulador alerta de los perjuicios derivados de la introducción de mejillón foráneo en Galicia explica que en el periodo comprendido entre 2002 y 2017 las conserveras redujeron en un 31% la demanda del molusco autóctono, a pesar de que la demanda del producto transformado en España y Europa se multiplicó por cinco.

Los datos que maneja el órgano rector de la DOP son elocuentes, pues dejan patente que "España pasó de importar 3.215 toneladas en 2002 a 14.998 en 2017"; mientras que la Unión Europea "incrementó sus importaciones de mejillón 11.779 a 48.767 toneladas".

Esto explica que el mercado europeo, hasta 2002 abastecido de manera muy llamativa por el mejillón gallego, reciba ahora molusco cultivado lejos de Galicia, en algunos casos con ayuda de empresas transformadoras de esta comunidad autónoma que tienen plantas en el extranjero.

Esto explica, sentencian en el Consello Regulador, "la reducción de la demanda del mejillón cultivado en las rías gallegas por parte de la industria transformadora". Y de ahí su exigencia "para que la Xunta de Galicia haga cumplir la ley con una correcta identificación del producto".

La disminución de los pedidos para el sector transformador provocó un cambio de tendencia que generó un mayor cultivo de mejillón para el mercado de fresco. En el Consello Regulador recuerdan que Italia, con casi 24.000 toneladas el año pasado, y Francia, por encima de las 16.000, son los principales destinos europeos del "oro negro" de batea.

En relación con esto la DOP detalla que entre 2002 y 2017 las ventas para las depuradoras nacionales "crecieron un 53%", mientras que en el mercado europeo de fresco se incrementaron en ese mismo periodo un 45%.