La copla del ciego sobre la incursión de los piratas en San Vicente de "Os Groves" retrata fielmente lo ocurrido el 9 de julio de 1801, segundo asalto que sufrió la pequeña iglesia de la localidad.

Resalta el poema la valentía de los vecinos que con unos simples remos y algún apero de labranza hicieron frente a los preparados corsarios que habían preparado de antemano el asalto al rico templo, con el apoyo de "Mariano", un vecino tan hereje como aquellos.

El cantar de ciego recuerda que en la aldea de San Vicente fue asaltada la pequeña iglesia que gobernaba "un cura santo". E insiste en otro de sus versos que son "ingleses y luteranos" que no llegaron para "rezar rosarios" sino para "roubar os cartos", la plata y el oro y los ricos ropajes sagrados dejando la iglesia "espida" estos "ingleses desalmados".

Cantada la gesta comenzó la representación en sí misma. En la bocana de la ría, cerca de la isla de A Toxa, el público vio cómo cuatro dornas se acercaban a la playa, sin que el pueblo se diera cuenta de qué pasaba porque llevaban izadas las banderas de conveniencia.

Pero de pronto la arriaron para alzar la bandera negra pirata, momento en que los grovenses se percataron del nuevo asalto por lo que los actores se dispusieron a defender su pequeña parroquia. Y es que, según cuenta la historia, dos años antes, en 1799, el pirata conocido como "El Perro" también llegó a la misma iglesia de San Vicente con la idea de apoderarse de las riquezas del templo.

En esta ocasión, además del capital, salió especialmente malparado el cura Diego Antonio de Medina, que a punto estuvo de morir desangrado con un severo corte en el cuello.

Eran tiempos difíciles cuando menos, en los que a las malas cosechas había que sumar los elevados impuestos, y sobre todo el miedo a los frecuentes asaltos que sufrían las distintas poblaciones costeras, también en Cíes y Ons. De ahí la creación de milicias, valientes pero con escasos medios.