Los pescadores arousanos que alertan de que los delfines les destrozan los aparejos argumentan que "solo nos salvamos en zonas de poca agua, porque tienen miedo a quedar varados; pero basta con que se acumulen un par de metros para que aparezcan con la intención de comer todo lo que encuentren en los aparejos, ya que para ellos resulta más fácil así, llegar y tener la mesa puesta".