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O Salnés honra al "santo negro" con misas, poxas y la quema de "madamas"

Las fiestas tuvieron lugar en Cobas y Cambados -El animal más caro fue un cabrito, que salió por 76 euros

Reparto de caramelos en Cambados. // Noé Parga

Como cada martes de Pascua, San Benito de Palermo "el santo negro", fue honrado ayer en Cobas (Meaño) y Cambados. Fue una celebración centrada en el ámbito religioso, con siete misas que se sucedieron a lo largo de la jornada, entre mañana y tarde, en la localidad meañesa, mientras que en Cambados contó con un único oficio religioso a las 19 horas.

Pero cada uno de los dos San Benitos tiene también su tradición profana añadida, que en Cobas se plasma en las "poxas" de animales ofrecidos al santo y en Cambados en el popular espectáculo pirotécnico de la quema de las "madamas".

El mal tiempo marcó la jornada en Cobas, pues restó algo de afluencia de gente e incluso impidió que saliera la procesión tras la misa solemne. A lo largo de la jornada, al ser día laborable, se acusó más la merma durante la mañana, mientras que por la tarde se revitalizó un tanto hasta el punto de que los oficios llenaron el templo de devotos en las misas de seis, siete y ocho, llegados desde varias localidades de la comarca.

Fue precisamente al término de la misa de seis y a pie de atrio, ante algo más de un centenar de curiosos, cuando se subastaron los animales ofrecidos al santo que también mermaron este año con respecto a ediciones anteriores. En esta ocasión la pieza más codiciada fue un cabrito cuya puja arrancó en 60 euros y que se adjudicó al final por 76 euros a José Esperón, un vecino de Barro, aficionado a las subastas de las romerías. "Vengo cada año a cumplir con el santo, y de paso siempre pujo por llevarme algún animal. Recuerdo que el año pasado lo intenté también con un cabrito, pero la puja fue se fue de precio? llegó a los 120 euros, y eso era mucho".

Más razonable le parecían los 76 euros que acababa de pagar es esta ocasión por una pieza que, admitía, "debe pasar un tiempo en el corral para que engorde un poco". Buen conocedor de los animales ya que trabaja en un matadero, suele acudir a las poxas de animales"porque siempre se puede adquirir alguno a un buen precio".

Amén del cabrito se subastaron siete gallos de corral y una pareja de "kikos" que se fueron unos para Castrelo, y otros para Tremoedo, Ribadumia. La pareja más cara, que se falló en 30 euros, se quedó en Cobas. Vicente Serén, de Castrelo, se llevaba una de las parejas de la tarde en 16 euros. "Tengo la costumbre de venir siempre a estas poxas. Incluso hace unos días me llevé un par de parejas en el San Benito de Lores. Es una afición que tengo desde hace años".

Mientras, en los aledaños del atrio se apostaban rosquilleiras y "cereiros" para ofrecer sus productos en una jornada que según reconocían, tras la fiesta de Pascua y la Virgen de las Cabezas, no es propicia para las ventas, "máxime en un día con lluvia y con frío como ha cuadrado este año". Pero lo cierto es que, aunque sin mantener el esplendor de antaño en que se vivía como una romería -hasta empresas de autobuses organizaban sus viajes a Cobas con motivo de la festividad y la gente celebraba comidas campestres en las inmediaciones-, este San Benito de Palermo meañés mantiene el tirón y sus devotos incondicionales, lo que hace que perviva como una fiesta religiosa de referencia.

Por su parte, en la parroquia de Santa Mariña Dozo de Cambados, el San Benito de Palermo se vive más con una fiesta de barrio a modo de celebración local que atrae a familias y niños ávidos de participar en la procesión y disfrutar luego con la quema de las tradicionales "madamas".

En esta ocasión la pirotecnia Penide de Ponte Ulla, que desde hace décadas recrea estas creaciones para la fiesta cambadesa, presentó dos "madamas": una con el personaje de un afilador, y otra con una pastora y su cabra, que ardieron ambas a pie de atrio tras la procesión en poco más de minuto y medio. "Muy pocas pirotecnias fabrican hoy este tipo de artilugios -explican técnicos de Penide- porque en un trabajo muy laborioso, todo él artesanal y que lleva su tiempo". "Pero para nosotros -continúa- es una satisfacción seguir manteniendo una tradición tan antiquísima, y que pervive sobre todo en zonas de mar, como Marín, Pontevedra, y hasta hace poco Vilagarcía".

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