“Hace 49 años que empecé a trabajar en Froiz”, explica María Lourdes Veiga, que este mes concluye una extensa carrera laboral que empezó cuando solo tenía 14 años. Recuerda que hace décadas “era un supermercado pequeñito, un sitio pequeño que después fue creciendo”, exactamente en el mismo solar, la confluencia de las calles Cobián Roffignac y Santa Clara.
En la actual plaza de José Martí se levanta ahora el supermercado más grande de la cadena en Pontevedra, pero cuando María Lourdes Veiga entró en la empresa “todo era más reducido, yo entré para la frutería, y después fue cambiando de puesto, de la frutería me pasé a perfumería, donde estuve bastante tiempo”.
Los trabajos de reposición eran otros de los cometidos que tenía “antes de que se hiciese este Hiper Froiz grande, pero en el súper pequeñito éramos como una familia, ahora somos ya muchos más”.
“Llevo poco con la jubilación y me costó un poquito, me sigue costando, porque tenías un horario, había que estar pendiente de los horarios, de las comidas y de todo eso y cuesta bastante cambiar", afirma
¿Lo que más le gusta de trabajar en el supermercado? No duda en que “lo mejor es el contacto diario con los clientes, que ayuda a ir llevando la vida, el día a día”.
Hace 15 días que dejó su puesto de trabajo y reconoce que adaptarse le supone un ligero reto. “Llevo poco con la jubilación y me costó un poquito, me sigue costando, porque tenías un horario, había que estar pendiente de los horarios, de las comidas y de todo eso y cuesta bastante cambiar. Fuera del trabajo la mentalidad te cambia totalmente, ahora es empezar una nueva etapa como jubilada”.
Volvió a reunirse con sus compañeras para un café, atender a los medios (para los que volvió a recuperar su uniforme de trabajo), recibir las felicitaciones por una vida de trabajo y los buenos deseos de una jubilación jubilosa.
