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El “Día de América” de 1956

Estatua de Cristóbal Colón en la alameda de Pontevedra. Gustavo Santos

En 1956 Pontevedra quería celebrar de una forma especial el “Día de América”. Para ello, algunos intelectuales y representantes públicos hacían sus sugerencias a través de las páginas del periódico “Litoral”. Quienes aportaban ideas eran “personas de singular vinculación a la Hispanidad”, como las presentaba el diario. Contaron con las opiniones, entre otros, de Modesto Bará Álvarez, miembro del Instituto de Cultura Hispánica y escritor, o José Pita Durán, alcalde de Sanxenxo y hombre de negocios en Argentina.

Elisa Patiño Meléndez. | // FDV

Modesto Bará exponía en un artículo publicado el 1 de junio de ese año, que esta conmemoración era una “obligación moral y patriótica” en cualquier punto de España “como nación que alumbró un mundo nuevo injustamente llamado América”, pero en Pontevedra lo era “mucho más, porque en ella tuvo su cuna el inmortal almirante Cristóbal Colón, porque en ella en sus astilleros entonces famosos se construyó la nave capitana La Gallega, puesta bajo la advocación de Santa María, la patrona de la iglesia de los mareantes pontevedreses, a cuyas expensas ha sido edificada”.

Marinos pontevedreses

También era exigible en Pontevedra –continúa Bará– “porque de ella salió también Cristóbal García Sarmiento, piloto de La Pinta, porque de ella nacieron otros ilustres marinos tan vinculados con las Antillas, como Juan da Noba, Sarmiento de Gamboa, los Nodales, los Matos e Isabel Barreto, la primera mujer que fue Almirante de Castilla”, o porque “innumerables nombres íntimamente ligados a recuerdos de nuestra ciudad, a sus alrededores, a sus accidentes de sus costas, han sido impuestos a las tierras americanas que se iban descubriendo, que por ellos son el espejo de Pontevedra”. Bará argumentaba además que “a aquellas tierras, en todos los tiempos, han ido a aportar y siguen yendo millares y millares de hijos de esta provincia que hacen de ella su segunda patria”.

Como programa para la celebración, Bará Álvarez propone que en América “esas incipientes y desordenadas romerías gallegas se estableciesen con un carácter definitivo y permanente, para que anualmente los gallegos pudientes, por su cuenta, y los económicamente débiles, por la del Estado, hiciesen una visita a la patria chica, recibiéndolos con todo cariño, con todo honor, y organizar para ellos excursiones bien orientadas, que les diesen a conocer para embeberse en ella la tierra natal que en su casi totalidad desconocen, salvo el reducido recinto del terruño nativo”.

Propone además “fomentar un intercambio cultural mutuo, haciendo llegar a sus centros o sociedades regionales o locales la prensa gallega, los libros gallegos, y recibiendo a cambio, por conducto de las mismas, de las embajadas y de los gobiernos americanos, publicaciones de sus respectivos países que diesen base para formar en Pontevedra la Biblioteca Americana, estudiar los problemas, las necesidades de los emigrantes gallegos, para ver de darles la debida solución”.

Bará está conforme con el señalamiento de un día al año para celebrar el Día de América, “al que podrían ser invitados los diplomáticos americanos acreditados en Galicia y los emigrantes que viniesen a visitar el terruño, reuniéndonos a todos, escuchándolos a todos”, del que “podría salir de ese estrechamiento de lazos entre los hijos de Galicia residentes en América con su tierra natal y de Galicia con las naciones americanas. Una obra activa de verdadera Hispanidad”.

Propone finalmente la constitución de un organismo para lograr este proyecto “llámese Comité de Entidades, Amigos de Pontevedra, Centro de Iniciativas, etc.”.

Por su parte, el que entonces era alcalde de Sanxenxo y empresario, José Pita Durán, apunta en las páginas de “Litoral” que “es una idea maravillosa estrechar los vínculos que naturalmente nos unen ya a nuestro país a esos países de América y ese Día de América sería la coronación de tal idea”. Pita Durán expone que “los gallegos residentes en cualquier país americano no necesitan estímulo alguno para estrechar sus relaciones con el terruño: La continua morriña que les embarga, desde que nos abandonan, es su mejor propaganda”, por lo que “cualquier programa que se hiciese no haría sino mantener ese amor y por tanto bien recibido por ellos”.

“Representantes femeninas”

El representante público demanda un “contacto continuo de las instituciones culturales de aquí con las creadas por ellos allí, por medio de publicaciones o epistolares” así como el envío de revistas, diarios, etc. Como aportaciones para el programa de actos, el alcalde de Sanxenxo propone que “se curse invitación a visitarnos a representantes femeninas, con preferencia hijas de gallegos, elegidas por las asociaciones regionales como reinas de belleza, para ese Día de América”, así como “una propaganda continua sobre turismo que los tuvieran al tanto de nuestras riquezas artísticas y panorámicas, ignoradas en su mayor parte por los inmigrantes, y especialmente por sus descendientes, y el mantenimiento por el Estado español de su Romería a España, con sus pasajes gratuitos y rebajas generales, extensivos a los hijos y nietos españoles”.

El representante de la dictadura franquista en Sanxenxo plantea en su propuesta que “nuestros coetáneos sueñan con no morir sin visitar su región natal, pero nuestro propósito no debe ser conseguir únicamente que vuelvan ellos, sino dar facilidades para que sus hijos o nietos lo hagan. Conocer el lar de sus antepasados es un deseo latente en ellos y facilitárselo la mejor obra de estrechamiento de relaciones y el mejor propósito que debemos tener para el objetivo que nos proponemos, estrechar vínculos a través de la sangre por los siglos de los siglos”.

El vuelo pionero del 12 de octubre de 1913

El 12 de octubre de 1913, Elisa Patiño Meléndez se convertía en la primera aviadora gallega. Según recoge el programa “Do gris ao violeta” del Concello de Pontevedra, Elisa Patiño, “Chichana”, era hija de los duques de Patiño y una pionera en el mundo de la aviación en Galicia. Intrépida y aventurera, fue la primera mujer conocida que subió a bordo de un aeroplano, junto al famoso aviador José Piñeiro. Lo acompañó en varias demostraciones aéreas en su Bleriot. El 8 de abril de 1913 Piñeiro despegó en la playa de Baltar, en Sanxenxo, donde había instalado su propio aeródromo. Iba a sobrevolar la costa ante una multitud de personas que quedaban asombradas en la playa. El espectáculo fue aún más impresionante cuando observaron que “Chichana”, joven que veraneaba en la localidad, no dudó en acompañar el piloto. A partir de ahí realizaron varias salidas. El 12 de octubre de 1913, en el mismo lugar, tuvo su primera experiencia como aviadora y se convirtió así en la primera mujer gallega que obtuvo el título. Mujer culta, poseía unas grandes dotes artísticas e interpretativos, pintaba, cantaba, tocaba el piano y el violín. Así, formó parte de varias compañías de teatro aficionado y de la del Liceo Casino, participando en diferentes festivales y actos benéficos. La trágica gripe de 191 8 finalizó con su vida, como recoge Etnoga Patrimonio Cultural en “Do gris ao violeta” .

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