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“Se está diciendo que en India estamos como en un apocalipsis y no es la realidad”

Raúl Villamarín, en una de las aulas de la Universidad de Woxsen donde da clase. | // FDV

Más de 20 millones de infectados y más de 222.000 muertes, según fuentes oficiales, son las desoladoras cifras que está dejando el COVID en la India, inmersa en una virulenta segunda ola que está poniendo al límite el sistema sanitario del país. En medio de este funesto panorama está un pontevedrés, Raúl Villamarín, decano en la escuela de negocios de la Universidad de Woxsen y experto en inteligencia artificial. Vive en el país asiático desde hace siete años, primero lo hizo en Bombay y actualmente está en Hyderabad, más hacia el centro, junto a su mujer.

“Hasta hace un mes la situación era normal, incluso buena, con incidencia a la baja. Los vuelos internacionales ya habían comenzado, la situación estaba normalizada, pero hace tres semanas hubo unos festivales religiosos en el Norte de India, con millones de personas que se concentraron, y se empezó a descontrolar todo”, relata Villamarín. Se refiere principalmente al Kumbh Mela hindú, que atrajo a 25 millones de personas, 4,6 millones de ellas se congregaron en solo dos días la semana pasada.

Según explica el pontevedrés, la mayoría de la población cree que el virus no existe o que, al menos, la religión la protegería de sus efectos. “La gente apenas toma precauciones, no lleva mascarillas y eso produce que haya millones de infectados. Después de esos festivales, cada uno volvió a su lugar natal o de residencia habitual, con lo que contribuyeron a expandir el virus y sucedió lo que sucedió”, apunta.

Hay muchas muertes y problemas en algunos hospitales, pero también hay un gran margen de recuperación. Entre el 87 y 90 por ciento de la gente que tiene COVID se recupera.

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Aún así, Villamarín considera que la situación no es tan mala como se pinta a través de los medios de comunicación internacionales. “Lo que se muestra en las noticias internacionales no es la realidad al completo. Hay muchas muertes y problemas en algunos hospitales por saturación, pero también hay mucho margen de recuperación. Entre el 87 y el 90 por ciento de la población que tiene COVID se recupera, pero eso no se está mostrando, se está diciendo que esto es como un Apocalipsis y no es la realidad. Se está exagerando hasta cierto punto porque interesa contarlo así”, asegura.

Diferencias por ciudades

Si bien es cierto que su situación en Hyderabad no es mala, en otros puntos de India sí que se están viviendo momentos críticos. Es el caso, por ejemplo, de Delhi, Pune o Bangalore, que cuentan con las cifras más altas de muertes por la enfermedad registradas desde que empezó esta segunda ola de la pandemia. Esta última es la capital del Estado de Karnataka, uno de los cuatro más golpeados por el COVID y que se encuentra confinado hasta el próximo 12 de mayo. Cómo será de preocupante la realidad cuando el Gobierno ha autorizado la conversión urgente de 93 hectáreas de terreno a las afueras de la ciudad en 23 cementerios y crematorios porque no dan abasto. Los hospitales de las zonas más afectadas están saturados; aunque tienen grandes dimensiones, no estaban preparados para una pandemia, de ahí que la ayuda internacional se presuma clave.

Pero la incidencia no es igual en todo el país. “Somos 800 españoles en India, más o menos nos conocemos todos, y no vivimos todos de la misma manera”, apunta Villamarín, que explica que en Hyderabad la situación es bastante llevadera, aunque ya se han visto obligados a teletrabajar por precaución. “Estoy en una ciudad metropolitana, de las cinco más grandes de India, y aquí no hay nada cerrado. Restaurantes, gimnasios, tiendas… está todo abierto. Solo hay restricciones en algunas partes del país. India es un país tan grande como Europa, teniendo en cuenta estas dimensiones y con una población de 1.300 millones de personas, es obvio que va a tener muchas infecciones”, admite.

Con respecto a las restricciones, este pontevedrés señala que “el lockdown (aislamiento) aquí no es posible. En países europeos o en Norteamérica es más factible, pero aquí, teniendo en cuenta que la mayoría de la población depende de trabajos presenciales como la hostelería o la construcción, si haces eso, la mayor parte van a morir de hambre, así que o mueren de hambre o por el virus. El Gobierno ha decidido que no quiere que la población muera de hambre, por una cuestión ética, así que no puede cerrar; y si cierras, lo que consigues es que la gente se vaya a sus lugares de origen y que el virus se expanda incluso más”.

Precisamente él y su mujer trabajaron de manera presencial en la universidad hasta hace dos semanas, cuando tuvieron que empezar a hacerlo desde casa, “y supongo que el teletrabajo durará un mes o un mes y medio”.

El año pasado sí que se impuso un confinamiento absoluto entre finales de marzo y finales de mayo, pero entonces la situación no era tan grave como ahora. La relajación en las medidas unido a la temporada de bodas y festivales religiosos han desencadenado una segunda ola letal. Ahora, en algunos puntos del país solo se permiten movimientos justificados y trabajos esenciales, con los centros educativos impartiendo las clases principalmente online.

La gente apenas toma precauciones, no lleva mascarillas y eso produce miles de contagios.

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Por ahora, la distancia social y el uso de la mascarilla son las únicas normas comunes a toda la población, pero la mayoría de la gente no es rigurosa. Además, la vacunación no está teniendo un gran ritmo. Raúl y su mujer han recibido la primera dosis de AstraZeneca a través de la universidad y forman parte del 9,5 por ciento de los habitantes inmunizados parcial y totalmente, una cifra muy baja y que llama la atención teniendo en cuenta que India es de los países con mayor capacidad de fabricación de vacunas del mundo.

La preocupación en la familia de Raúl por su situación en India es evidente, pero él envía un mensaje de calma, recordando las diferentes realidades del país y su propia situación personal. “Te preguntan si quieres volver, no permanentemente, pero sí durante este tiempo que dure la pandemia, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Yo tengo mi vida aquí, trabajo aquí, estoy casado con una india, con lo cual mi vida gira en torno al país, irme a España y hacer como si no pasara nada no es posible. Huir del problema no lo va a solucionar y, además, va a haber un punto de inflexión que, por lo que dicen los expertos, será este mes de mayo”, afirma.

Actualmente, Villamarín está inmerso en un proyecto sobre impresión de órganos en 3D utilizando inteligencia artificial y quantum computer. “Es un proyecto a largo plazo, que necesita recursos financieros también, y el COVID nos ha frenado un poco, porque se necesita la presencialidad en la Universidad y nos ha parado bastante en este sentido”, explica este pontevedrés, formado en Estados Unidos y especializado en inteligencia artificial aplicada al mundo de los negocios en diferentes variantes. Cofundador, hace ya más de cinco años, del Instituto Internacional para la Neurociencia Aplicada (Irians), ayudó a esclarecer varios asesinatos en Bombay a través de tecnologías como el electroencefalograma o el FMRI, imagen por resonancia magnética funcional, que se emplea para escanear la actividad cerebral.

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