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Luis Alberto de Cuenca: "Valle-Inclán ha llenado todas las expectativas que tenía como lector desde niño"

El autor, devoto confeso de Ramón María, participó ayer en las jornadas "6 días, 6 poetas" de la Universidad de Vigo

Luis Alberto de Cuenca, ayer, en Pontevedra. // Rafa Vázquez

Coincidiendo con el mes de la poesía, Pontevedra dedica esta primera semana de marzo a este género literario a través de la iniciativa "6 días, 6 poetas", que fue inaugurada ayer por Luis Alberto de Cuenca. La Casa das Campás acogerá esta tarde nuevamente otra cita poética, a partir de las 20 horas, en esta ocasión, con la profesora de Lengua Castellana y Literatura Rocío Arana.

-Ya son más de 50 años dedicándose a escribir, ¿cómo ha ido evolucionando su poesía a lo largo de todo este tiempo?

-Mi poesía ha experimentado pocos cambios, creo, solo los habituales que transcurren cuando se van cumpliendo años, ya que no se escribe de la misma manera a los 20, a los 40, que a los 60. Va cambiando conforme la vida va cambiándolo a uno, y se mira al espejo y ve que ya no es el mismo. De todas formas, no detecto cambios sustanciales en ella. Los hubo, en cuanto a mi primera poesía, en "Los retratos", que no se recogen en la antología poética, y esta era una poesía más hermética, que recogía un culturalismo militante, difícil de interpretar, complejo, hermético, que no comunica de una manera inmediata. Esa comunicabilidad se hace más potente a partir de los 85, donde ya hay una madurez en los planteamientos poéticos, y de ahí nace "La caja de plata", galardonado por el Premio de la Crítica.

-En alguna ocasión ha comentado que la poesía es un género fácil de publicar, ¿a qué se refiere?

-La poesía se escribe con más facilidad que una novela, otra cosa es que si ese libro de versos, si no es bueno, da igual que se pueda escribir en una semana o en 10 días, se puede tirar a la papelera y fuera. Pero no cabe duda que el esfuerzo continuado que exige la redacción de una novela, significa un horario, estar de 8 a 15.00 para que aparezcan esos cinco folios diarios de los que después saldrán esas 300,400, 500 páginas.

La poesía tiene una extensión menor, deriva más de la inspiración que de la constancia; hay algo que es gratuito en la poesía que lo regalan las musas, aunque parezca una tontería, existe, eso es verdad. No puedes escribir poesía sin que haya un poder oculto que te dice: "Escríbeme, soy el poema que tienes que escribir". En este momento lo vas a hacer, pero mañana ya no. Yo creo en la inspiración, y en ese sentido, lo que decía era que era fácil recopilar un libro de poemas; otra cosa es que ese libro de versos valga la pena o que la musa esté en ese momento.

-En la actualidad asistimos a un fenómeno de poesía de masas a través de las redes sociales, pues muchos autores emplean los 140 caracteres de Twitter, por ejemplo, para transmitir sus ideas. Esto contrasta con la figura tradicional del poeta, con una lírica quizás más trabajada...

-Pero tienen una fuerte implantación, sobre todo entre la juventud. Yo creo que esto debiera filtrarse después, para separar el grano de la paja. Entonces, habrá escritores o escritoras interesantes que se hayan hecho camino a partir de las redes sociales y otros que se quedarán solo en el discurso internáutico. Se puede perfectamente acertar e iniciar una carrera poética interesante y profesional a través de estos medios, pero se debe filtrar.

-¿Qué consejo le daría a los autores noveles?

-Leer mucho. Que siga leyendo, porque leyendo es como se perfecciona uno como escritor. Leer como acto de humildad ante la maravilla que se ha venido forjando a través de los siglos, pues tú te vas a erigir un eslabón de esa cadena. También que enseñe mucho los poemas a su grupo de amigos, porque siempre hay sugerencias que mejoran el poema. Y luego que no sean tímidos a la hora de publicar, no importa que los primeros no estén del todo completos, hay que tirarse al ruedo, ser valiente.

-¿Desde qué sentimiento se siente más cómodo a la hora de componer sus poemas?

-Yo creo que soy un poeta del amor, de hecho, hay una serie de antologías mías que hablan sobre ello. Mi último libro, que todavía no está publicado, son epigramas amorosos, no sé si lo titularé así, pero son composiciones breves de carácter amoroso. El amor quizás sea una de las sensaciones o sentimientos más importante y predominante en mi poesía.

-No es la primera vez que visita Pontevedra, ¿es una ciudad que le inspira?

-La parte antigua de la ciudad es una maravilla, sobre todo, por uno de mis autores favoritos, como prosista y también como poeta, Ramón María del Valle-Inclán. Él ha llenado todas las expectativas que tenía como lector desde niño, desde que me prestó mi padre la edición de Sonatas que tenía encuadernada, los cuatro tomos de la colección Austral, y las devoré. Desde entonces soy un auténtico devoto de don Ramón. Es prodigioso el dominio que tiene de la lengua.

Pontevedra para mí es el lugar donde me lo imagino paseando; en la parte antigua es donde me parece verlo con sus barbas y las manos a la espalda caminando sin un rumbo fijo, esa es la imagen que tengo en mi percepción del personaje.

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