Las personas no nacen alérgicas al polen, por ejemplo de las gramíneas, pero sí con ese potencial de sensibilización que les hará serlo al entrar en contacto repetido a lo largo de los años.

Con la inmunoterapia, que administra de forma progresiva el alérgeno, se desarrollan anticuerpos que bloquean la inflamación.

Ante la teoría de que el exceso de limpieza pueda favorecer la alergia los ácaros, la alergóloga Celsa Pérez Carral, no está demostrada.

"Una de las teorías que intentan explicar el aumento es la de la higiene, que asegura que al haber menos infecciones se produce una modificación del sistema inmunológico que hace que tengamos más alergia", indica. "Yo creo que la causa es multifactorial. Influyen más el cambio climático, por las alteraciones de la polinización, y la contaminación que otros factores", concluye la especialista.