"Esta exposición es un homenaje a la mujer gallega", explica Mónica Mon a propósito de las 15 obras que muestra a partir de hoy en la Sala Nauta de Sanxenxo, "a la mujer tradicional, la que yo recuerdo desde que era niña, un homenaje a las madres, las abuelas, a todas esas mujeres que hacían multitud de tareas a la vez, desde un trabajo en el campo hasta cuidar de los niños, hacer las redes, cuidar de los animales? Está dedicada a todas estas mujeres que para mi son heroínas, por eso el título: Heroínas da terra".
-¿Cuánto de recuerdo hay en la exposición?
-Mucho, es lo que recuerdo de siempre, de ir a la aldea, de ver a mi abuela con cuarenta tareas a la vez y al final ninguna de esas tareas tenía nombre pero ella trabajaba del día a la noche. Uno de los días que iba paseando con mi perro por el campo, es algo que cuento en un texto que acompaño a la exposición, me encontré con una de estas mujeres que me recordó muchísimo a mi abuela con un feixe debajo del brazo, en la cabeza un cesto y me creó un sentimiento, ese recuerdo de lo que vi de niña, incluso en las ferias, con los animales.
-¿De ahí surgió este proyecto artístico?
-Si, me planteé qué puedo hacer yo, pues mi manera de transmitir es siempre a través de la pintura, yo no soy buena con las palabras sino a través de los colores, de la expresividad, de la creatividad que llevo por dentro, entonces hice un trabajo a modo de recuento y visité el Museo do Pobo Galego, revisé fotos antiguas familiares, fuí a las ferias de por aquí, a la Festa da Cebola, hice fotos, todo intentado hacer un poco de investigación para ahondar un poco más en el tema y así llegué a este pequeño proyecto en el que hay desde paisajes, que son diversos enfoques de la zona de aquí rural, hasta mujeres en distintas tareas y momentos de su vida, lo que es el rural más profundo de Galicia.
-¿Hay mucho de nostalgia en este proyecto?
-Mucho, mucho, echo mucho de menos a veces esos fines de semana en la aldea, comer el pan del pueblo, raspar una zanahoria de la huerta de mi abuela y comérmela, todo eso, desde las botas que llevaba hasta su pañoleta siempre en la cabeza, todas las miles de cosas que hacía. No soy cien por cien gallega pero mi padre es gallego, yo nací en Galicia pero mi madre es del sur, y siempre me fijé mucho en los contrastres, iba al sur en verano a ver a mis abuelos y comparaba a esas mujeres, el clima, el tipo de pueblo, que no son aldeas, y luego el contraste de lo que vivía todos los fines de semana con mis otros abuelos en Galicia. Todo eso me quedó grabado, hasta que un día, cuando ya llevaba tiempo descansando de mi último proyecto, que fue sobre mi estancia en la India, decidí empezar con algo muy de mi raíz, de dentro, algo que sentía desde hacía tiempo, pero todo tiene que ir surgiendo en su momento.
-Su vocación por el arte surge en la infancia pero ha estado años vinculada al mundo de la moda?
-Si, he estado vinculada muchos años al mundo de la moda, y es que iba a hacer Bellas Artes y al final acabé haciendo Diseño, que era otra cosa que me apasionaba, pero por circunstancias de la vida, por mi salud, dejé ese camino y decidí emprender una ruta mucho más tranquila, este otro camino en el que con más tranquilidad puedo hacer mis proyectos y dar clases. El recuerdo que tengo del mundo de la moda es muy bueno, gracias a ello recorrí el mundo entero, conocí a gente maravillosa, a muchos artistas, estaba rodeada de creativos. Era un no parar, una vida muy estresante porque no tienes descanso, no hay fines de semana ni desconectas nunca, trabajas incluso con dos campañas de antelación, es un no parar y decidí cerrar esa etapa y desde hace 4 años inicié esta otra, en la que mis proyectos expositivos van surgiendo, porque no fuerzo nada, en el momento en el que veo que tengo muchas ganas me pongo y un cuadro sigue al otro, siempre que necesite transmitir, en este caso esta especie de regresión a mi infancia.