Un más que aceptable encierro de Alcurrucén, cuatro orejas para los matadores y un tendido lleno hasta la bandera, pusieron broche de oro al ciclo taurino de La Peregrina con la cuarta de feria que tuvo como triunfador a Pedro Gutiérrez "El Capea", al cortar una oreja a cada uno de sus enemigos, lo que le valió para abrir la puerta grande del coso de San Roque.

Con un ganado bien presentado, aunque más bien justo de fuerzas, y con cierto peligro, los matadores tenían el terreno abonado para el triunfo, con un tendido más festivo que nunca, y con ganas de divertirse. A pesar de ello sólo lo consiguieron a medias, dejando la sensación tanto Rivera Ordóñez como el ídolo de la afición local, "El Juli", de desaprovechar una oportunidad inmejorable para acompañar a su compañero de terna en su paseo triunfal.

A pesar de todo, el encierro no defraudó, y tuvo como nota positiva el valor y arrojo mostrado por "El Capea". El joven diestro salmantino, que precisamente mañana cumple un año desde su alternativa, dejó maneras de buen torero, con ganas y hambre de triunfo, jugándose el tipo a veces de forma temeraria, pero haciendo vibrar al tendido y poniendo la emoción en todo lo alto en bastantes fases de sus faenas. Sin duda, a poco que vaya tomando "poso" podemos estar ante una de las figuras más prometedoras del escalafón.

Rivera Ordóñez

No tuvo suerte con el primero de su lote, quizás el más flojo de la corrida, un manso que perdía los remos en cada pase y que prácticamente hacía imposible ligar una serie completa. Lo intentó y mostró más ganas que otras veces (incluso dejó pruebas de sus intenciones con las dos largas cambiadas con que recibió a su rival junto a las tablas), pero tuvo su habitual talón de aquiles al no acertar con el acero.

A la generosidad del público debe el trofeo que logró cortar a su segundo enemigo, tras una faena en la que apenas podemos rescatar un par de naturales aceptables, y en la que se limitó a ir desgranando pases con poca profundidad, pero tuvo la inteligencia de recurrir al tremendismo, tras un pequeño aviso del toro, con desplante arrojando la muleta y de espaldas, que hizo su efecto de sacar al público de la indiferencia que merecía su labor para permitirle tocar pelo.

Discreto "El Juli"

En una plaza claramente "julista", el madrileño ayer no estuvo a la altura que se esperaba, especialmente en el quinto de la tarde, hasta el punto de que lo más destacado de su labor lo realizó con la capa, con sendos quites a cada toro, el segundo de ellos por chicuelinas.

Toreó bien a su primero, con arte y templando bien los pases, en una faena vistosa y variada, con los habituales desplantes y adornos que le valieron una oreja tras una estocada sencillamente perfecta, que hizo rodar al toro de forma fulminante sin necesidad de utilizar la puntilla.

Sin embargo a su segundo lo dejó escapar. El diestro estuvo frío y extrañamente desangelado, y aunque fue de menos a más, nunca llegó a sentirse a gusto, realizando una faena carente de ligazón ni profundidad.

Valor y ganas de "El Capea"

Fue el justo triunfador de la tarde. Valiente hasta casi la temeridad, a pesar de que sus dos rivales tenían evidente peligro por el pitón izquierdo. Bien con la capa (lucido quite por chicuelinas y apurada larga cambiada), con la franela realizó una faena variada y vistosa (espléndidas las dos "manoletinas" al primero de su lote), templando y mandando.

En el que cerraba plaza hizo un alarde de arrojo y torería (aunque si le diese un poco más de espacio se evitaría los sustos que sufrió), asumió riesgos, cruzándose constantamente en la cara del toro, al que casi llegó a tocar con su cabeza entre los pitones, y llevó la emoción a un tendido que se le rindió, e incluso pidió con fuerza la segunda oreja de este toro que, al menos por valentía, mereció más que nadie.

Mayoría de edad de la feria pontevedresa

La respuesta del público en la corrida que cerraba el ciclo taurino pontevedrés, abarrotando el tendido, ha sido el refrendo de que la Feria de La Peregrina ha alcanzado su mayoría de edad, y permite a la empresa de los hermanos Lozano, pensar en mayores metas.

Cuatro festejos, tres de ellos en fechas consecutivas, y en el que menos con casi tres cuartos de entrada, para terminar con un lleno espectacular, hablan por sí solos: Pontevedra es por derecho propio la capital taurina del noroeste español. Un público entregado al matador, festivo si se quiere, pero respetuoso con la Fiesta, se ha ganado un lugar importante en el mundo del toro, y quiere más.