Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Uno de los escolares camina a ciegas por el circuito de obstáculos ayudándose de un bastón. | // FERNANDO CASANOVA

Escolares en la piel del invidente

Alumnos de 6º de Primaria del CEIP Mestre Vide se pusieron ayer en la piel de las personas con discapacidad visual para conocer las dificultades que este colectivo afronta en su día a día en rutinas tan aparentemente simples como moverse por la ciudad para ir a la farmacia o a comprar el pan. Un paseo de menos de un minuto les mostró una realidad muy diferente a la suya y les ayudó a ver que a veces un gesto tan inocente como jugar al balón en la calle o andar en patinete, no lo es tanto si por ella camina una persona invidente. Ellos mismos, con una venda en los ojos, comprobaron que la acera a ciegas es un espacio lleno de obstáculos, riesgos y, sobre todo, inseguridad.

La actividad en la que participaron alumnos como Iker o Alejandro, que caminaron a oscuras por un circuito que simulaba la acera de una calle cualquiera, forma parte de la programación diseñada por el Concello de Ourense en el marco de la Semana Europea de la Movilidad. En esta ocasión se trataba de sensibilizar a los escolares sobre la discapacidad visual, por lo que la jornada se organizó con la ONCE.

Entre los asistentes estaba la técnica Julia Fernández, especialista en accesibilidad, que explicó a los menores las opciones de movilidad que tienen las personas con discapacidad visual para desplazarse por la ciudad, que pueden hacer uso de un bastón, acompañarse de una persona o de un perro guía. Es el caso de Julio Masid, que se ayuda de Rico, un labrador de 8 años con el que se mueve con total seguridad por la vía pública. “Por una retinitis pigmentaria soy ciego, no veo absolutamente nada, mis ojos son los ojos de Rico”, dijo.

Julio Masid, con su perro guía Rico, explica a los alumnos cómo se mueve por la ciudad. | // FERNANDO CASANOVA

A los escolares les explicó su perro guía se formó en el centro especial de Boadilla del Monte, Madrid, el único que hay en España. De allí llegó hace siete años y hoy son uno. “En Ourense no tengo problemas porque voy con Rico, él me salva de los obstáculos”, explica. En cambio, las personas con discapacidad visual se encuentran con muchos problemas, desde la ramas de los árboles que caen sobre la acera, a los excrementos de perros no recogidos por los dueños, el peatón que camina distraído mirando el móvil o los pasos de cebra con semáforo “sin pajarito, sin el pitido, que en Ourense son muy pocos”, indicó Masid.

Para experimentarlo en su propia piel, los escolares participaron en un pequeño circuito en el que ellos mismos recrearon los problemas más comunes que afrontan estas personas en sus desplazamientos por la ciudad. Así, mientras uno de los alumnos se vendaba los ojos para caminar en línea recta ayudado por un bastón, sus compañeros le salían al paso consultando un móvil, tomando algo en una terraza o circulando en patinete. Por el camino les sorprendía la rama de un árbol e incluso un perro depositaba lo suyo en medio de la acera. Este obstáculo, tan común en la vía pública, desató las carcajadas entre el alumnado, y prácticamente todos los que se pusieron en la piel de invidente lo pisaron, cuestión que también les hizo reflexionar.

“No veo nada, me voy a matar”, decía Alejandro muy cerca ya del pitido del paso de peatones que representaba el final de circuito. Al quitarse la venda reconoció que pese al corto recorrido y saber que era una prueba se había sentido inseguro. “En la vida real no será tan fácil”, dijo. “Me siento con miedo”, apunta Iker. Al empezar “creía que me iba a caer, no sabía lo que me iba a encontrar”. Al finalizar el recorrido dijo entender mucho mejor a las personas con discapacidad visual: “Pueden tener miedo a caerse o a que les atropellen”.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.