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Y la primavera volvió a nacer en la capilla de San Miguel de Celanova

El templo del siglo X ubicado en el monasterio de San Salvador capta el bello fenómeno del equinoccio gracias a su orientación hacia la salida del sol por encima del monte de San Cibrao

Y la primavera volvió a nacer en la capilla de San Miguel de CelanovaALEJANDRO MONTES

Si el día acompaña, en los equinocios de primavera y otoño el sol se inserta a la perfección en la capilla prerrománica de San Miguel, situada en el interior del monasterio de San Salvador de Celanova, fundado en el siglo X por San Rosendo. Este lunes no fue posible ver el fenómeno, por el tiempo nublado. Pero sí se pudo disfrutar el domingo, en torno a las 7.30 horas de la mañana, en el día inaugural de la primavera de 2022. Es un juego hermoso entre arquitectura, paisaje y naturaleza.

Ocho metros y medio de longitud, menos de cuatro de ancho y seis estrechas ventanas en arco de herradura. La capilla de San Miguel, erigida en el huerto del monasterio, abraza dos veces al año al sol en los equinoccios de otoño y primavera. El astro atraviesa dos de las estrechas ventanas de arco de herradura y, en el efecto óptico de las fotografías, forma una estrella y parece emerger por arte de magia de los muros de esta joya del arte prerrománico.

El templo de estilo mozárabe, alineado con el monte San Cibrao (donde a unos 8 kilómetros sobresale el sol naciente), data del siglo X, una edificación casi simultánea a la del cenobio. Es el único monumento altomedieval de España que no ha sufrido ninguna modificación desde su construcción hace más de un milenio. Está orientado con una divergencia de 2,8 grados con respecto al este, por donde nace el sol.

El efecto visual, único, fue descubierto en los años noventa por el intelectual Xosé Benito Reza. El oratorio, construido por San Rosendo en memoria de su hermano Froila y concebido como alojamiento para monjes de paso en el monasterio (el cenobio fue consagrado en el 942 con la presencia de abades y el rey Ramiro II, primo carnal de San Rosendo), podría llevar más de un milenio captando el sol dos veces al año, sin interrupciones, salvo en días nublados como este lunes, de no ser porque otras actuaciones en el entorno bloquearon la incidencia de los rayos.

A finales de los ochenta se retiró un cenador y se recuperó el espacio circundante. Apareció una gran roca con aspecto de ara solar, un posible lugar de culto pagano para sacrificios. Xosé Benito Reza comprobó a principios de los noventa que la alineación con el primer sol de primavera y el otoño era precisa.

La capilla de San Miguel, declarada monumento nacional en 1923 y la iglesia mozárabe de menor tamaño -de unos veinte metros cuadrados-, es una obra patrimonial intacta desde su construcción, una excepción en templos de hace un milenio. El fenómeno estacional de los equinoccios sublima la belleza de este enclave patrimonial produciendo un efecto visual único.

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