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La sanidad pública que viaja al domicilio: 800 ourensanos al año atendidos en casa

HADO se desplaza todos los días, desde primera hora hasta la noche. La asistencia en el hogar del paciente evita situaciones de un ingreso como desorientación o infecciones

Profesionales del equipo de hospitalización a domicilio de Ourense, con los maletines con material que llevan a las casas. // I. OSORIO

Desde la calle más céntrica de Ourense hasta una vivienda entre corredoiras de una aldea situada a decenas de kilómetros, el equipo de hospitalización a domicilio atiende en casa, todos los días del año, desde las ocho de la mañana a las nueve de la noche, a pacientes que pueden estar en su entorno en la fase de recuperación de una enfermedad, o recibiendo los cuidados por un proceso crónico, o en los momentos finales de la vida, donde el hogar se presume como el mejor lugar donde decir adiós, guarecidos por el calor de la intimidad, junto a los seres queridos.

A finales de los años noventa se puso en marcha en Ourense un servicio de la sanidad pública que, gracias a la atención a domicilio, evita situaciones asociadas a un ingreso en el hospital, como la desorientación –frecuente a partir de una edad avanzada– o las infecciones nosocomiales, las que se producen durante la estancia en el medio hospitalario.

"En casa, de alguna manera, se está menos a la defensiva, porque se quiera o no el hospital es un entorno más hostil, y en las visitas a domicilio incluso hay un poco más de tiempo para explicar las cosas"

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“La principal ventaja es que el paciente puede seguir en su entorno. Aunque no estuviéramos en época de pandemia, los familiares no pueden permanecer junto a su allegado todo el tiempo que quieran, y si comparten habitación, también deben salir cuando los profesionales entran a hacer cuidados al otro paciente. Además, los familiares evitan tener que desplazarse, lo que puede suponer muchos kilómetros en algunos casos. La gente mayor suele sufrir episodios de desorientación, incluso a las pocas horas del ingreso. En casa, de alguna manera, se está menos a la defensiva, porque se quiera o no el hospital es un entorno más hostil, y en las visitas a domicilio incluso hay un poco más de tiempo para explicar las cosas. Por otra parte, se contribuye a una mejor rotación de las camas del hospital. Una persona que esté estable a los pocos días y pueda completar el tratamiento en su domicilio no tiene por qué quedarse más”, detalla la médica Ángeles Castillo, una de las pioneras de HADO en Ourense.

“En 1998 empezamos junto con dos enfermeras y la ayuda de una asistenta social. Nos desplazamos a Bilbao para ver cómo funcionaban. En Galicia ya habían empezado con la hospitalización a domicilio en Vigo, Lugo y A Coruña”, recuerda esta doctora, que ejerce en la actualidad las funciones de coordinadora.

Los sanitarios se desplazan con vehículos rotulados (archivo). // IÑAKI OSORIO

Los sanitarios que acuden a las casas de los enfermos cubren aproximadamente el 80% de la provincia. Los tiempos recomendados se sitúan entre los 20 y 25 minutos de viaje, pero en una provincia extensa y dispersa, en la que el factor meteorológico condiciona la circulación en los meses de otoño e invierno, sobre todo en zonas de montaña, la duración de los trayectos varía según el destino. Tampoco hay un tiempo fijo de permanencia en cada domicilio. Como casi todo en Galicia, depende.

"Para el paciente no es lo mismo que quien te coja la mano sea tu pareja o tu hija"

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En una misma jornada podemos atender a diez personas como mucho. En cada casa estás un mínimo de entre una media hora y 45 minutos. Pero no es lo mismo cargar el antibiótico e indicar al familiar cómo hacerlo, que visitar a una persona mayor que está cuidada por otra también mayor, donde quizá es mejor esperar”.

Las personas que conviven con un enfermo atendido en casa son, además de familiares, cuidadores, en muchas ocasiones a tiempo completo. “Desempeñan una labor fundamental, nos ayudan muchísimo. De hecho, una condición para ser admitidos en HADO es tener un cuidador al que podamos, de alguna manera, adiestrar en cuestiones básicas para que nos ayude. Por ejemplo, si hacemos una cura y se afloja la venda, que sepa cómo volver a colocarla, o cómo desconectar una vía cuando se termina, o explicar qué pasa en una llamada por teléfono”, expone la doctora Castillo. “Y para el paciente no es lo mismo que quien te coja la mano sea tu pareja o tu hija”, completa.

La mayoría de usuarios de HADO en Ourense son personas de edad avanzada, pero el perfil es variado: pacientes crónicos agudizados, personas con cuadros agudos como una neumonía, o que están en cuidados paliativos (no solo enfermos oncológicos).

En lo peor de la pandemia, los sanitarios de HADO fueron los primeros que entraron en las residencias de mayores para prestar ayuda en momentos terribles, con brotes en varios centros.

En esa época dura, “seguimos acudiendo a los domicilios. Cuando había la sospecha de que alguno de los pacientes podía tener COVID, te ponías el EPI y entrabas a atenderlo”.

Según el estado y las necesidades de cada usuario, el número de visitas semanales varía. “Depende de cada situación personal. Puede haber un paciente paliativo al que incluso se vea varias veces al día, o una persona de 30 años, que tiene una neumonía, y a la que solo hay que administrar un antibiótico una vez al día”, indica la coordinadora del servicio.

El horario va desde de las 8 hasta las 21 horas, con atención telefónica hasta las 20. Por las noches, cualquier incidencia del enfermo hospitalizado en casa se canaliza a través del 061. Al cuidador principal se le facilita un número en el que avisar de imprevistos.

“Solo hace falta ser médico, enfermera o auxiliar, es decir, tener los valores y vocación por los que te dedicas a esto. Entras en la intimidad de su domicilio y son pacientes que a veces sufren o están asustados, por lo que la empatía es fundamental”

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La plantilla de HADO ha sufrido una reducción de efectivos en los últimos años, sobre todo por jubilaciones. “De medios estamos bien, pero lo más difícil es tener más médicos. Lo mismo dirán el jefe de Cirugía, el de Medicina Interna o el de UCI. Nosotros pasamos de un jefe y seis facultativos a cuatro facultativos viendo pacientes, y yo, que salgo de vez en cuando, y me encargo de la coordinación en funciones”, señala Castillo.

“Trabajamos los cinco de mañana y uno se queda de guardia localizada”. Enfermeras y técnicas en cuidados auxiliares suman con su aportación al equipo.

El valor de la empatía

El personal se desplaza con la medicación, vendas y el resto de útiles básicos –estetoscopio, medidor de oxígeno o tensiómetro–. Este año han atendido a domicilio a unas 800 personas, con en torno a una veintena de usuarios en la actualidad.

En lo peor de la pandemia, los sanitarios de HADO fueron los primeros que entraron en las residencias de mayores para prestar ayuda en momentos terribles, con brotes en varios centros. En esa época dura, “seguimos acudiendo a los domicilios. Cuando había la sospecha de que alguno de los pacientes podía tener COVID, te ponías el EPI y entrabas a atenderlo”.

¿Qué cualidad es necesaria para trabajar en este servicio? “Solo hace falta ser médico, enfermera o auxiliar, es decir, tener los valores y vocación por los que te dedicas a esto”, introduce Castillo. “Entras en la intimidad de su domicilio y son pacientes que a veces sufren o están asustados, por lo que la empatía es fundamental”.

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